Destinos y sueños rotos

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Ｃａｐｉ́ｔｕｌｏ ３

“ Fría indiferencia ”

❦Pov: Omnisciente

Corrección final ✔

El color del té se había tornado más oscuro, añadiéndole un sabor más amargo que de costumbre. Una vez probado por el Supremo Kaio-sama, dejó un terrible sabor de boca y observó a su aprendiz, quien estaba parado a un lado de él, con una sonrisa pasmada en sus labios. Él era más joven que él; hace apenas unas semanas atrás, él mismo le había ofrecido ir a su planeta, con la esperanza de que fuera su sucesor cuando llegara el momento de retirarse. No obstante, se percató de una molestia que no dejó pasar desapercibida y se atrevió a preguntarle, mirándolo, aún tratando de digerir el té.

—Zamasu, ¿hay alguna molestia que tengas? —preguntó con un tono suave y lleno de preocupación en su voz—. Desde que llegaste, el sabor del té era exquisito, me atrevo a decir. Pero últimamente, su sabor ha cambiado a uno amargo. Te he dicho que este té refleja tus emociones y tu alma. Si tienes algún tipo de preocupación o dudas, puedes decírmelo, no lo dudes.

Zamasu suspiró tras oír las palabras de su maestro. Sus ojos grises se posaron sobre la bola de cristal, la cual estaba situada en el centro de la mesa. En ella, se reflejaba una sociedad humana; el paisaje era gris y desastroso a simple vista.

—¿Por qué esa especie sigue con vida? —preguntó, refiriéndose a la especie que se veía a través de la bola de cristal. Su mirada se tornó llena de molestia—. Desde que los observo, lo único que he visto es que se están matando unos a otros. ¿Acaso no tienen otro propósito aparte de causar destrucción en su propia raza? Y si es así, son la especie menos dotada, a pesar de tener una gran inteligencia. ¿A quién se le ocurrió llamar a eso vida? Se odian, aman con hipocresía y parecen... ¡una plaga!

Gowasu miró detenidamente a su pupilo y examinó cada una de sus palabras. Luego suspiró.

—Cada raza muestra una clase de vida distinta. Si aún prevalece en el universo, es porque tiene un propósito. Debo admitir que su naturaleza no es la más hermosa, pero sigue siendo vida, Zamasu. Tu deber será vigilar el universo diez, no juzgar. Ese es el trabajo del dios de la destrucción. ¿Lo comprendes?

Zamasu guardó silencio, apretó su labio inferior, intentando no perder su racionalidad, y simplemente asintió. Con gran impotencia, se sentó a su lado para contemplar a aquella raza que tanto comenzaba a detestar.

Aquellos recuerdos ahora eran más lejanos de lo que recordaba. Black tiró su cabeza hacia atrás, tratando de librarse de todo malestar que le causaban. Desde hace mucho tiempo, él había abandonado todo lo que era en el pasado y, sin embargo, ahora parecía perseguirlo. Soltó una sonrisa burlona ante ello y pasó su mano por el rostro, masajeando sus ojos, intentando apartar aquellas memorias y simplemente dejarlas a un lado.

Ya había pasado una semana dentro del Palacio y, a pesar de su tiempo de estadía, no conseguía respetar las reglas ni seguir los mismos pasos que los demás. Esto porque él no se consideraba una marioneta de aquel ser llamado Deuz.

Se encontraba en una biblioteca del Palacio. En ese lugar no había nadie, a excepción de él, lo que lo convertía en un ambiente tranquilo. Lo último que Black quería saber era de aquellos con los que forzosamente había tenido que convivir, sin tener algún tipo de elección. ¿La causa? Simplemente desconocía lo que había sucedido mientras estaba muerto, sumergido en esa prisión podrida, en donde se suponía que debían ir los dioses que habían roto algún tabú.