AROS DE LA ABUELA

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Fueron un regaló por mi cumpleaños número 15, me dijo él con un deje de nostalgia casi imperceptible en su voz. Todo sucedió una semana antes de mi cumpleaños, las cosas pasaron tan de repente que aún me resulta doloroso contarlo, me continúo diciendo.

Era muy unido a mí abuela desde que era muy pequeño, vivía con ella y cuando dejé de hacerlo para vivir con mis padres, la visitaba todo el tiempo. Porque esa mujer había sido una madre para mí durante los primeros 14 años de mi vida, el vínculo que habíamos formado y el amor que nos unía nadie lo podía igualar.

La semana en la que todo sucedió mi abuela había estado delicada de salud, era una mujer mayor así que lo podía entender, sin embargo, no dejaba de preocuparme cada día por ella. El panorama no se pintaba muy favorable para la vida de mi abuela, el diagnóstico era desalentador y sin esperanza.

Me había reusado a despedirme de ella porque, aunque intentaba con todas mis fuerzas ignorar la situación que estaba atravesando, en mi interior lo intuía, sabía que estaba por dejarnos, por dejarme. Sentía que ella estaba esperándome para poder irse y descansar en paz, aun sabiéndolo me negaba a aceptarlo.

Sin embargo, en una de mis visitas con mi abuela, sucedió algo realmente particular, ella entre balbuceos y palabras poco entendibles me dio indicaciones que me llevaron a encontrarme con dos pares de artes, uno tenía forma de flores, luciendo tan delicado y el segundo unas argollas de oro. A pesar de haberme sentido emocionado por el regalo de mi abuela, rápidamente entendí que esa había sido la manera que encontró de decirme adiós, era su despedida.

No fue hasta la tarde de un 5 de noviembre, el día de mi cumpleaños, que me vi obligado a despedirme o "visitar" a mi abuela, no sabiendo que esa sería la ultima vez que la vería con vida. Me llevaron a su casa, a pesar de haberme estado negando, entré en su habitación y la vi, ella se encontraba acostada en su cama, luciendo tan frágil y bella a la vez me acerqué hasta que pudo verme y pasó lo que no me esperaba, ella me reconoció, supo quien era y me llamó por mi nombre. 

— Taehyung, mi niño -dijo casi como un susurró, mirándome fijamente a los ojos-.

Tuvimos una breve conversación, que llegó a su fin cuando le dije que era hora de irme ya que debía acudir a mi celebración, me fui de ahí, luego de despedirme de mi abuelita.

Al siguiente día sucedió lo que ya te esperas, hizo una pausa para tragar el nudo que se había instalado en su garganta hacía un par de minutos atrás. Mi abuela falleció el día siguiente a mi cumpleaños, fue un shock muy grande para mí y al no saber cómo sobrellevar todas las emociones que de repente estaba sintiendo, caí en depresión.

La mañana minutos antes de fallecer, mi abuelita como último aliento dijo mi nombre y actualmente lo único que me queda de ella y aún llevo conmigo todos los días, es ese par de argollas.

AROS DE LA ABUELA | RELATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora