Matrimonio Concertado (kokonoi Hajime x Inui Seishu)

zinnia amarilla

"Destinado a mi" 

Es verano, la ventana está abierta y el calor del día permanece tenue, como un fantasma, en la casa del clan Inui. Los dos hijos y herederos del moribundo clan se encuentran juntos en la habitación. Se arreglan a la vez. Uno se prepara para escapar y el otro para engañar a un hombre temible que no dudará en matarlo cuando descubra la mentira.

— ¿Listo, Akane? — pregunta seishu mientras termina de maquillarse, con el labial aún en sus manos y la expresión vacía.

— Sí — Akane susurra bajo mientras mira los tiquetes en su mano, que también son su boleto de libertad.

Seishu se mira en el espejo, la cicatriz cubierta, el cabello recogido, los labios rosados y las sombras en sus ojos, esta es la primera vez que agradece tener rasgos que muchos consideran femeninos. — ¿Me veo como una chica? — le pregunta a su hermana.

— Te ves linda, estoy celosa — bromea la chica y el menor de los Inui ríe.

— Bien, hagamos esto — susurró alejándose del espejo con su reflejo distorsionado — juguemos a "juego de gemelas" — durante años esa fue la película favorita de juntos, mientras seishu crecía y se parecía más a su hermana las bromas sobre cambiar de lugar eran recurrentes, nunca pensó que terminaría siendo realidad.

Seishu y su hermana bajan por las escaleras. Sus padres salieron a una cena de negocios, por lo que solo estaban ellos dos en casa, cosa que favoreció el cambio de identidades. Juntos se paran delante del auto. Akane es la primera en llorar y abrazar a su hermano, sintiéndose culpable y el verdugo que envía a la muerte a su propio hermano.

— Todo va a estar bien — susurra el chico en el oído de su hermana. Sabe que está mintiendo y que no solo son palabras de aliento para su hermana, también lo son para él, el hombre a quien se dirige a ver no es alguien para jugar y sabe con certeza que el engaño le costará la vida de una forma dolorosa.

El auto rojo se estaciona frente a su hogar — vete ya. Te amo, Akane, eres la mejor hermana que alguien puede pedir — susurra.

— Lo siento mucho mi hermanito — la chica se limpia la mejilla — todavía puedes negarte — dice porque quiere que su hermano sepa que puede renunciar al sacrificio.

Seishu le sonríe con calma fingida — no — susurra. Seishu besa la mejilla de su hermana y la abraza de nuevo antes de entrar al auto negro. El auto de su familia en el que se supone iría Akane a la mansión del clan Kokonoi.

— Seishu — dice la chica mientras su novio la toma del brazo. El auto de su familia se mueve en dirección a la mansión de Kokonoi Hajime.

Seishu suspira, no tiene opción, su clan está acabado, han perdido territorio, gente, negocios, ya no tienen casi nada a excepción de unas cuantas propiedades y joyas, la única salvación que tienen es unirse en matrimonio al clan Kokonoi. Era Akane quien lo haría, pero Seishu no puede condenar a su hermana a eso, no lo permitiría ni lo permitirá, no puede dejar a su hermana en las manos del diablo encarnado, en manos de Kokonoi Hajime.

Seishu observa todo el recorrido con expresión vacía, no se inmuta, y para él todo pasa en un rápido parpadeo — llegamos — dice el viejo chofer familiar.

— Gracias, anciano — seishu dice con cariño — por este favor, por todo el tiempo —.

— Basta, muchacho, si sigues despidiéndote de forma indirecta vas a tener mala suerte — la voz está entrecortada — y vas a hacer llorar a un anciano —.

Seishu le sonríe — deséame suerte — le susurra al anciano quien asiente y lo mira con preocupación.

Seishu baja del auto apretando el paquete de documentos en sus manos, esta es la primera vez que vería al hombre. La prometida debe llevar a su futuro esposo una carpeta con informes de su físico y documentos de identidad, así como evidencia de que no está casada, ni comprometida o algo parecido. Claramente todos los documentos que lleva seishu están alterados para que encajen con él, pues, aunque finja que es Akane cosas como su altura o la falta de pechos son evidencias de que es hombre por lo que los documentos se alteraron.