Hinata
Las luces de la ciudad se vislumbraban en la distancia pareciendo titilar debido a la oscuridad.
El viento frío sopló con fuerza provocando en mí un escalofrío,
me encorvé debido a esto tratando de buscar calor en el puffet jacket color blanco que llevaba. Fue el regalo de cumpleamos que me dio mi padre hace seis años y como era de esperar al no saber nada respecto a su hija lo había comprado cuatro tallas más grande. El día que lo recibí lloré de felicidad, pues era el primer regalo que el señor Hyūga me daba, demostrando así que yo también era su le importaba. Por ese motivo durante los siguientes años se volvió mi favorito. Esta vez sin embargo, lo usaba solo porque aún conservaba el tenue aroma que quería mantener conmigo.Se me escapó un suspiro mientras observaba la ciudad una última vez, y una bandada se alejó de un árbol cercano cuando el cielo destelló con un relámpago.
Caminé de regreso hacia el auto y tomé un cigarrillo de la guantera, en cuanto lo encendí fui consciente del grave error que cometí pues mientras el humo bailaba a mi alrededor mis pensamientos trajeron de regreso la vivida imagen del hombre que había sido capaz de descolocarme a tal grado de hacerme huir como una cobarde.
Si hubiese sabido que esto pasaría nunca habría iniciado este juego. Pero aquí está mi merecido; tal como un mineral calcáreo pierde el ácido carbónico y se convierte en cal viva al someterse al fuego, yo perdí mi voluntad y objetivos por el ardor de la pasión que me consumía cada vez que me encontraba en sus brazos.
Entré en pánico y lo único que pude hacer fue salir correriendo a esconderme aterrorizada al darme cuenta de la enormidad de mis sentimientos. Dejándolo atrás sin pararme a pensar por al menos un momento en lo que él pudiera estar padeciendo.
Ahora, mientras el auto avanza por la carretera se apodera de mi esa emoción que tanto me esforcé por evitar. Trato de distraerme poniendo la radio pero no sirve de nada, mi mente me traiciona haciéndome sentir despreciable, ruin y canalla; la culpa me esta atormentando, torturando, corroyendo, matando.
Parqueó el auto frente a un hostal, disponiendome a descansar. Ha sido un día terrible y lo único que me apetece es dormir, tal vez así logre bloquear todo y dejar de pensar. Pero las consecuencias de mis actos no me dejan en paz ni en sueños; veo su rostro sonriente, con sus ojos de azul marino brillando. Se le ve feliz y nervioso a la vez. Esta esperando por mi respuesta y yo como la imbécil que soy, solo atino a decirle que debemos darnos prisa y volver antes de que regrese Sāra.
Ojalá ese día me hubiese armado de valor para contestar con sinceridad en lugar de ser tan recalcitrante. Los eventos anteriores a mi partida
se repiten en mi cabeza una y otra vez y debo estar volviéndome loca porque podría jurar que escucho su voz llamándome.A lo lejos escuchó también otro sonido que al principio no puedo identificar hasta que soy consciente del golpeteo continúo en la puerta. Aturdida y no menos asustada me levanto de la cama y tomo mi teléfono móvil, veo la hora; el número dos acompañado de dos ceros se muestran en mi pantalla. Estoy a punto de llamar a la policía para que se lleven al loco que se atreve a tocar a esas horas en una mañana de tormenta cuando escucho mi nombre.
¡Dios! La forma en la que es pronunciado me rompe el corazón. Y sin pensarlo dos veces abro la puerta para encontrarme con un desastre de un metro ochenta. El agua cae a raudales sobre él, tiene el cabello cubriéndole los ojos, la ropa incomodamente pegada a su figura, y soy capaz de notar el sutil temblor en su cuerpo antes de que finga que no existió y fue solo mi imaginación.
Me pregunto cuanto tiempo llevará esperando, esta empapado lo cual me insta a tomarlo de la mano y hacerlo pasar pero en lugar de eso mi boca se abre para preguntar; —¿Qué demonios haces aquí?
Él parece sorprendido ante mi reacción y sus ojos me miran abatidos. Sin esperar una invitación da un paso adentrándose a la habitación.
Y ahora soy yo quién está temblando.
Doy tres pasos hacia atrás, a él solo le toma un paso para acortar la distancia y cuando lo tengo justo frente a mí me toma en sus brazos con fuerza. Siento su alimento sobre mi cuello y escucho su voz susurante; —No me casé, no pude. Y cuando corrí a buscarte encontré tu departamento vacío. No sabes lo mal que lo pasé al imaginar que no volvería a verte. Fue una suerte que le informaras a Shino de tus planes, de lo contrario no podría encontrarte. ¿Por qué te fuiste?
Me suelto del abrazo y retrocedo dos pasos más. —No es asunto tuyo.
—¿Por qué insistes en alejarte? ¿Aún dudas de mi amor por ti? Hinata, la verdad es que cancelé la boda hace tiempo. Si te dije que aún no me decidía fue solo para presionarte, creí que así te atreverías a confesar tus sentimientos pero ya veo que no debí hacerlo porque me salió todo mal.
—No debiste hacerlo, esa boda era muy ventajosa. Te daría lo que siempre habías querido, ¿por qué dejar todo por algo que no tiene futuro?
—¿Es que no lo entiendes? No podía casarme con Sāra porque no la amo.
—¿Desde cuando el amor es algo que te importe? No es un secreto que jamás la has amado pero eso nunca te detuvo.
—Fue así en el pasado pero cambió cuando me enamoré de ti. ¿Cómo te hago entender que mi amor por ti es real?
—No tienes que hacer nada. Soy muy consiente del cariño que me profesas pero eso no significa que yo sienta mismo. Escúchame bien Naruto, yo no te amo. No lo hago ahora y no lo haré mañana.
—Mentira, tu cuerpo me decía lo contrario todas esas veces que estuvimos juntos. Y si no te atreves a verme a la cara ahora es porque temes que tus ojos te delaten. Tú me amas, no importa cuantas veces lo niegues no voy creerte.
Empiecé a cavilar, tratando de encontrar la mejor manera de refutarlo pero él fue mucho más rápido que mi atrofiado cerebro. Me quedé en blanco por un momento y cuando por fin reaccioné ya estaba deshaciéndome en sus brazos mientras me besaba con fuerza.
Mi cuerpo siempre ha sido débil ante su toque y me fue imposible resistirme. No pude seguir fingiendo porque llevaba todo el día anhelando su compañía. Y como la estúpida que siempre he sido me rendí ante él una vez más.
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Crónicas de un romance casi fallido
Short StoryFanfic creado sin ningún motivo de lucro. Los personajes no me pertenecen, créditos a su creador; Masashi Kishimoto.