Vestido lila, pésimo gusto

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"Incluso si tienes miedo, no huyas, incluso si después de buscar una salida no la encuentras, no dejes de buscarla". Esas eran palabras que resonaban en mi mente cada que pasaba por una situación complicada, ni siquiera recuerdo dónde las oí, quién las dijo, si las leí o si yo mismo las inventé, de cualquier forma me han servido mucho.

Claro, no por repetirme esas palabras todo mejora rápidamente, pero de eso se trata,
aunque ahora mismo me gustaría huir...

—¿Estás listo? —pregunta Beah con un poco de cautela, quien no lo decía pero también sentía pena por mí.

—Si te digo que no... ¿Eso cambia algo?, de cualquier forma tendré que hacerlo—. Suspiré mientras me quejaba.
Beah solo me sonrió, trató de mover su boca y nada salía de ella, sus ojos me decían "ánimo".

Sabía que Beah no tenía la culpa, ella no tenía la culpa de que me gustara meterme en la vida de la gente, pero aquí estoy, con una peluca cuyo cabello me llega hasta la espalda y un vestido color lila, a mí ni siquiera me gusta el lila. Estaba muy avergonzado como para querer dar un paso afuera del vestidor que se suponía que era para mujeres.

Cubro mi cara al salir, todas las personas me miraban confundidas, no las culpo, lucía bella. Al salir de la tienda observo a Beah, seguía mirándome.

—¿Entonces todo lo que tengo que hacer es tener una cita con ese loco desubicado? —cuestiono de una vez, aceptando la realidad.

—Shh, no es cualquier desubicado, es un desubicado con plata —bromea para aligerar el ambiente. Me dediqué a tirarle una mirada juzgadora.

Se preguntarán el cómo acabó este idiota vestido de mujer y usando una peluca, ¿No?. Incluso si no es el caso yo les cuento. El día sábado (ayer) ví nerviosa a mi mejor amiga, Britanny, resulta que hoy debía tener una cita, no le encontré nada malo, digo ¿A quién no le gustaría tener una cita?, se supone que sales con alguien porque te gusta...

El caso es que después de pensar seriamente, llegué a la conclusión de que ella tendría una cita con otra mujer, sé que no tiene sentido alguno pero para mí en ese momento era lo más lógico, así que le sugerí ir en lugar de ella. La muy desgraciada me dijo que sí, dándome la dirección del lugar (la plaza comercial donde estoy ahora mismo). Para no hacer el cuento más largo, ya tenía un pie en el restaurante cuando Beah me agarra por detrás.

—¿Tienes ganas de ir al baño o qué? —reclama enojada mientras agarra aire.
—Te he estado siguiendo durante diez minutos y no logro alcanzarte—. Niega moviendo la cabeza dándome una de sus tantas miradas que hace cuando quiere golpear a alguien.

—¿Qué haces aquí y por qué me das la impresión de que no solo me has estado siguiendo por diez minutos? —cuestiono confundido.

—Mira, ya aceptaste tener la cita, te pagaron y ya no puedes echarte para atrás.

—Sí pero eso no responde ninguna de mis preguntas —digo mientras dirijo mi atención a la bolsa que sostiene. —¿Estás aquí comprando ropa? —pregunto. No le doy tiempo de responder. —Bonito vestido, ¿Es lila?, chica que pésimo sentido de la moda tienes—. Me burlo haciendo una mueca, Beah me mira furiosa, después de eso forma una sonrisa malvada, como si tramara algo.

—Cállate, que yo no voy a ser la que lo va a usar—. Sonríe dándome una mirada inocente.

—¿Entonces quién? —pregunto curioso.

—Tú.

—Oh. Espera... ¿QUÉ? —suelto casi en un grito, no entendía nada.

—Tú aceptaste, no es mi culpa. Y respondiendo tu primera pregunta, estoy aquí para darte esta bolsa, dale las gracias a tu mejor amiga, ella me mandó.

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