Introducción

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Este ensayo, distante de adoptar una formalidad estricta y profesional, se erige como un mensaje claro y directo con el propósito de analizar y desmantelar meticulosamente, pieza por pieza, el movimiento TERF.

Como mujer trans visible, me resulta de suma importancia abogar por los míos, y eso es precisamente lo que intento llevar a cabo día a día.

Para comenzar, es necesario aclarar que, evidentemente, no poseo la verdad absoluta. En cualquier caso, la verdad se intuye como un espectro entre las dos caras de una moneda que aún carece de valor. No obstante, con esta premisa establecida, permíteme defender mi perspectiva y orientarla hacia mi posición.

Persiste aún aquella idea que sostiene que la LGBTQ-fobia es inexistente, y que la estigmatización hacia todos nosotros simplemente es producto de nuestra imaginación. Estas afirmaciones, provenientes de individuos que no han experimentado de cerca una verdadera discriminación, suscitan en mí algo particular. Resulta irónico que aquellos que hablan con tanta soltura sobre nuestras realidades sean personas blancas, cis heterosexuales, que no se han detenido a contemplar nuestra realidad con un mínimo de empatía.

Nos desenvolvemos en una sociedad cis heteropatriarcal que recrimina y discrimina cualquier desviación de lo considerado lícito y establecido. Este paradigma, para muchos, se consolida como una verdad absoluta forjada a partir de experiencias negativas vividas en carne propia, mientras que otros optan por no reconocerla.

A todas aquellas personas que afirman que esto no constituye un problema real, basta con observar el panorama político. El conflicto con la ley trans, partidos políticos que fomentan nuestra extinción, políticos que propagan odio hacia minorías ya discriminadas... En la actualidad, ser una persona LGBT no se encuentra plenamente normalizado. A pesar de los avances en términos de derechos civiles y sociales, no debemos olvidar que hasta hace poco, las personas trans eran patologizadas como enfermas mentales, que las terapias de conversión continuaban realizándose y que obtener un tratamiento hormonal requería someterse a un examen como si fuese la EVAU. Estamos corriendo porque ha habido quienes han caminado, eso es innegable.

Lo verdaderamente inquietante radica en aquellos que se resisten a aceptar nuestra realidad y la condenan a ser percibida como irreal, equivocada y sin validez.

Movimiento TERF - Kira SaizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora