Capítulo nueve

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Capítulo nueve

Doce cuarenta de la tarde.

—¿Y tú qué quieres, lerda? —preguntó la niña intentando imitar un acento neoyorquino.

—¡¿Perdón?! —exclamó Mariet arqueando la ceja y cruzada de brazos, sorprendida de ver una niña tan pequeña con esa actitud.

—¿Pues tu qué quieres? —preguntó imitando la pose de Mariet.

—A ver, mocosa, salida de That's so Raven, ¿está Timothy? Soy una amiga suya.

—Dame un momento—respondió cerrando la puerta.

Hubo un pequeño momento de silencio hasta que Gary decidió cortarlo.

—¿Los niños así son ahora?

—Nah, solo esta es niña se ve que no tiene filtros.

—¡No le vuelvas a decir así a la gente! —era la voz de un chico dentro del departamento regañando a la chica.

—¡Pero si parece lerda! —exclamó la niña.

—¡Pero no es correcto que digas eso! Ay luego te explico. Al sillón.

Un muchacho de ojos rasgados, de alrededor de veinte años le abrió la puerta. Su cabello negro y lacio estaba mojado junto a su camiseta amarilla y sus bermudas verdes.

—Hola, Tim—respondió Mariet viéndolo de arriba abajo—. ¿Te estabas bañando?

—Mariet, bueno, hacía dos cosas: bañarme y lavar mi baño, je,je—respondió algo nervioso—. Emm, ya conociste a mi sobrina, Blair, se la estoy cuidando a mi hermana, sí, perdón por lo de...

—No te preocupes, ¿puedo pasar? Deja que yo le explique.

Timothy le cedió el paso a su departamento.

—Con permiso—respondió Gary detrás de Mariet.

—Ah, pasa, bro—no había notado su presencia.

Blair se le veía malhumorada, infló un poco sus mejillas y no dejaba de ver a Mariet. Ambas cruzaron miradas hasta que Mariet se acercó hacia el sillón.

—Ven, deja te explico un par de cosas—respondió Mariet tratando de sonar amable.

Mariet se acercó a Blair y le susurró algunas cosas al oído mientras Timothy y Gary se quedaban observando.

—¡Ahh, por eso! —exclamó entendiendo la explicación.

—Sí, y no uses ese acento si no quieres una paliza y no les digas lerda a la gente.

—Pero los vecinos del cincuenta dicen algo similar.

—Mira, te lo pongo fácil...Y no dicen lerda...

Y nuevamente le volvió a susurrar al oído para explicarle todo el tema. «Esperaba algo más interesante», pensó Gary mientras veía el departamento, que era sala-cocina-comedor y tres habitaciones a sus espaldas; todo en una espacio cuadrado.

—Ohh, ya entendí...Qué bueno que no lo he dicho en la escuela.

—SÍ, mejor mantén la boca cerrada con ese tipo de cosas—advirtió Mariet en tono amable.

—Y, Mariet, ¿vienes aquí por la cena o por otra cosa?

—Por otra cosa: ¿Me puedes prestar mis llaves? Necesito transporte.

—Claro, tengo las llaves en mi habitación.

—¿Me das un momento? —preguntó Mariet volteando a ver a Gary—. Necesito un segundo.

Historia PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora