Lagrimas 14

47 11 2
                                    

Se removió ansioso sobre la banca de metal, colocó en medio de sus muslos la mochila negra que siempre cargaba a todos lados.

Lisandro se sentó a su lado, con dos vasos de café en las manos y una bolsa de papel entre los dientes.

—No tenías que venir conmigo Licha, seguramente tenías cosas importantes que hacer —.

—Llevamos conociéndonos una vida y todavía no descubres que nunca hago cosas importantes. Ahora toma tu café y come tu torta frita.

El rubio le tendió la bolsa de papel y uno de los vasos que llevaba escrito un número de teléfono en un costado, con un remarcado "llámame" pintado en tinta azul.

—Iugh, no volveremos a comprar café ahí. Anótalo en tu - distraída pero eficiente - mente — señaló el número de teléfono con una mano enguantada.

—Te gusta — respondió Licha — siempre hemos sabido que amas ser el centro de atención y que la gente haga estás cosas solo alimenta más a tu ego.

Ambos rieron.

—No metas a mi ego en esto, — sorbió el café — te dije que no era necesario que comprarás estás cosas, eres muy difícil de convencer.

—Lo sé, ahora come para que después hagas eso a lo que vinimos.

—¡Dijiste que no me estarías presionando! — gimió bajo, más broma que en verdadera molestia.

—¿Cuándo dije eso? ¿Fue cuando estabas demasiado ocupado despidiéndote de Enzo? ¿O cuando te molesté por lo sonrojado que saliste del departamento? — preguntó en tono divertido — o mejor aún ¿Fue cuando me dejaste esperando afuera en el frío?

Julián se sonrojó un poco más.

—Eres idiota Lisandro, ya te explique de muchas formas diferentes que no sucedió, ni va a suceder nada entre Enzo y yo. Todo sigue igual.

No tocó la torta frita, simplemente bebió el café a sorbos lentos, como si tratase de matar todo el tiempo posible en esa simple tarea.

No tenía muchas ganas de hablar, no cuando el tema principal sería el alfa de cabello obscuro y adorable sonrisa que dejó esperando en el departamento, con un pretexto para nada bueno que involucra a su mejor amigo.

Sacó de la mochila uno de los cuadernos de dibujo más nuevos, normalmente cuando hacía estás cosas, procuraba llevar al menos tres cuadernos, en esta ocasión llevaba cinco.

Nunca sabes si el dibujo que hagas va a convertirse en una de tus mejores obras, los materiales tienen que estar a la altura del artista y definitivamente Julián es un artista muy bueno.

—De todos modos... — comenzó a decir el rubio, pero Juli realmente necesitaba concentración, así que lo interrumpió antes de que comenzara a recordarle todas las cosas malas de la vida.

—Necesito silencio por aquí, si no te molesta. — intentó utilizar su voz más suave y dulce.

—Me molesta, todo el tiempo estás evadiendo lo que tengo que decir al respecto sobre todo. — el alfa hizo un puchero manipulador.

—Estoy por bloquear de mi mente cualquier sonido y ambos sabemos que no quieres que eso pase — respondió burlón.

—Es cierto, no quiero que me ignores por completo. Continúa con eso...

Así de fácil terminó una conversación desastrosa, antes de comenzar. Tenía ya bastante tiempo que el omega no tomaba un día libre de toda preocupación, un día para ir al parque y hacer dibujos de personas al azar.

Pero este día, en especial este día fue uno de los más extraños en su vida. Tal parece que los embarazos no solo producen antojos comestibles. Se despertó sintiendo la necesidad y el deseo de llamar a Licha para tener una de esas pocas salidas.

LagrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora