Prólogo

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—¿Por qué rayos mis poderes no funcionan? ¡Gabriel, te dije que esto era una terrible idea!

— ¡Relájate Chiara!, estoy intentando pensar... — un montón de sonidos estridentes golpearon los oídos de ambos haciendo que la rubia saltara a los brazos de su compañero. — No sé a qué te enviaron, eres una miedosa.

— Porque yo sí tengo instinto de supervivencia a diferencia de otros. —respondió al joven castaño de increíble altura y ojos avellana. — Es más... ya estoy más calmada, creo que debemos tratar de conocer el ambiente, después de todo es la primera vez que alguien cruza a este mundo, Derek cuenta con nosotros. — los ojos celestes de Chiara empezaron a analizar su alrededor, un majestuoso monumento que consistía de una torre coronada por un obelisco indicándoles que se hallaban en la mitad del mundo. — Sígueme. — caminaron en el mismo sentido que los turistas tomaban, recorrieron los jardines hasta que salieron a lo que parecía una calle principal. Chiara caminaba con rapidez y no se dio cuenta como una especie de carroza sin caballos casi la mandaba a conocer a sus ancestros, de no haber sido por Gabriel quién esbozó una sonrisa burlona al atraerla hacia él justo a tiempo para evitar que la arrollaran.

— Parece que tu instinto de supervivencia al igual que tus poderes son inexistentes en este mundo. — La rubia enchinó sus ojos y frunció la nariz acercándose a Gabriel retadoramente. 

— Ríete todo lo que quieras, Gab, pero quién obtendrá el ascenso a teniente seré yo.

— Que tu papi sea el coronel puede ayudar, pero... —ante aquellas palabras la de cabello lacio se apartó interponiendo una pared de tensión entre todos, Gabriel no tardó en darse cuenta cuál había sido su error y estaba listo para disculparse. — Lo siento, Ara... yo...

— Ni lo intentes. — esa era la misma razón por la que habían decidido darle fin a su relación hace unos meses, habían estado evitándose hasta que por orden de su majestad habían sido nombrados compañeros en aquella aventura que podría llegar a catalogarse como hazaña.

Él intentó tomar su mano rogándole que lo perdonara tratando de ocultar el dolor en su mirada, mientras ella sólo se alejaba en silencio.

— Ya te dije, no te disculpes, no somos amigos; evita las bromas y comentarios inadecuados como esos y sé profesional. Ahora quisiera saber en dónde estamos.

La respuesta pareció llegarles a través de una mujer que repartía volantes que ofrecían paseos alrededor de toda aquella zona a la que se referían como país.

— "República del Ecuador", ¿Qué clase de reino se llama así? ¿Qué es una república?

— Sé profesional, Chiara, no estamos aquí para pasear, tenemos una misión.

— Sería mejor que no agotaras saliva en recordármelo y te enfoques en encontrar al objetivo.

— ¡Recorridos guiados por el Palacio de Carondelet!¡Estamos por salir, únase a esta experiencia única y llena de historia! — anunciaba otro vendedor de paquetes turísticos.

— Un palacio parece un buen lugar para buscarla. — pensó Chiara en voz alta.

— ¿Cómo planeas pagar el viaje?

— Eso ya te toca a ti, se supone que esto es un trabajo en equipo, yo ya pensé el plan, ahora ejecútalo.

— No me des órdenes, tenemos el mismo rango.

— No por mucho, además, como dijiste, ser la hija del general tiene sus privilegios. — Gabriel rodó los ojos sabiendo que se lo merecía, había sido un tonto y ella nuevamente actuaba como la joven inalcanzable, refinada y orgullosa que no se dirigía a nadie más que al príncipe durante su tiempo de estudio en la academia militar. — ¿Qué esperas?, ve...

— Creo que no será necesario. —aclaró al ver a una joven de una estatura baja en comparación a la de ellos, de cabello negro ondulado, piel morena, ojos azabaches y rostro amigable que palidecía al verlos.

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⏰ Última actualización: May 05 ⏰

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