Tres.

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Las cadenas le pesaban entre cada paso al igual que el insoportable sonido del metal golpeando la tierra y la piedra usada para poder "pavimentar" los caminos

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Las cadenas le pesaban entre cada paso al igual que el insoportable sonido del metal golpeando la tierra y la piedra usada para poder "pavimentar" los caminos.

Cada tintineo y paso le recordaba a lo que estaba a punto de enfrentarse.

Los vikingos le obligaban a seguir caminando entre el atento pueblo que los seguían, gritando cosas que no estaban entendiendo y lanzando cosas a sus pies para hacerlo resbalar. Mientras aquello pasaba en la realidad, su mente le decía si es que de verdad valía la pena morir de esa forma en vez de haberse casado de manera forzada.

Pero pronto entendió que no tenía sentido en pensar eso. Inevitablemente había terminado en una rústica estructura de madera qué era exhibida frente a toda la muchedumbre hambrienta de ver su cabeza caer por la nieve.

¿El como lo harían? No tenía idea alguna.

A sus ojos solo llegaban las caras de los habitantes, sus ojos llenos de anhelo y sus expresiones llenas de una vitalidad qué no terminaba de entender. Un pueblo entero estaba esperando su descenso porque era lo único que podría ofrecer.

Más pronto que tarde, aquel quien creía que sería su verdugo, lo obligó a arrodillarse en las tablas de madera y observar a todos los reunidos para ese momento.

Tal vez debería estar temblando, sin embargo, no había ninguna sola emoción en él.

Si era así como terminaría su vida, entonces no se arrepentía de absolutamente nada. Preferiría morir de esa manera a estar viviendo una vida que jamás se sentiría como suya.

—¡Príncipe Alt!—se escuchó una muy conocida voz entre la multitud. Y de ella, se hizo presente aquella característica melena castaña con un mechón blanco.— ¿Está listo?

Tan pronto como el líder se hizo presente, la emoción de los habitantes aumentaba. Parecía que la presencia de Cellbit era la parte más importante de ese sangriento acontecimiento, y, no pudo evitar experimentar el desagrado en carne misma.

¿Acaso la muerte era el mejor espectáculo para ellos? Parecía como si la vida no significará nada más que sacrificios sin sentido.

Y observar aquellos ojos azules llenos de emoción, provocó una extraña sensación de coraje inundando su sistema, refugiándose en su corazón.

—¡Es un cobarde!—le gritó con ese nuevo sentimiento.— ¡Tú y tu pueblo son cobardes!

Tras cada palabra de rebelión, mayor era la emoción de las personas para poder culminar la ejecución. Y aunque esperaba una respuesta apropiada del líder, tan solo recibió indiferencia.

—¿Acaso eso es lo único que saben decir los británicos cuando van a morir?—preguntó Cellbit subiendo a la plataforma.— Quejas y más quejas, estoy cansado de esa mierda.

A pesar de su campo de visión limitado, escuchó los pasos del alfa por detrás de él para recibir algo de sus guardias. Por el simple ruido, dedujo qué se trataba de una espada, acercándose con lentitud a su cuello.

𝑭𝒐𝒓𝒔𝒂𝒌𝒆𝒏 ן 𝑮𝒖𝒂𝒑𝒐𝒅𝒖𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora