no pertenezco aquí,
ni allá,
me siento nuevamente contra la lápida de la mujer que conocí y la niña que todavía le teme a sus demonios; escucha gritos y se hace la sorda, más reconoce que aquel coágulo de sangre se debe a la falta de flujo y oxigenación; ha formado una gangrena nuevamente, ella se digna a llorar más sabe los motivos de sus dolores aunque diga ser ciega al reflejo del espejo.
La verdad, no es que no me comprenda; más siento aquella indignación de compararme contra otras mujeres y me siento terriblemente sola; aquí estamos, con aquel cinismo gangrenado en la sangre y tratando de aferrarnos con los pies en la tierra; entre el odio propio, las aberraciones de una misma y las envidias saludables de una mujer que quiere ser sorora, en el hombre de otras.
¿Será masoquista entonces que quiera que un hombre me escupa en la cara? Quizá, más vivo entonces entra la contradicción y paradoja de que me traten con delicadeza porque lo necesito y que me griten en la cara y me digan que soy una perra inútil y que puedo cargar aún más del peso mental que creo poder sostener sobre mi espalda.
Quisiera ser como otras mujeres porque les tengo envidia y el primer paso para purgarme de mis patrones tóxicos es nada más que en la aceptación; porque no poseo entonces aquella belleza delicada que un hombre quiere poseer.
Entiendo entonces aquella capacidad de mi erotismo capital; ante las sociedad, como una mujer que ha sufrido de sobre peso, entiendo entonces que el trato es completamente diferente del que recibía cuando tenía más peso sobre mis hombros.
Se convierte entonces en una situación paradójica; deseo tu atención para tomar ventaja del sistema y que mi voz sea escuchada, porque los demás no van a ser escuchados, porque yo tampoco he sido escuchada.
No se que efecto completo tenga mi persona ante los hombres; más negarme entonces que existe una negación al sentir desconecte emocional de mi familia, me hizo entender entonces que quizá, necesitaba la necesaria atención para ser considerada una mujer brillante y audaz.
Mujeres y yo compartimos los mismos patrones de pensamiento; y aún así, me siento aislada por mi propia especie.
Demasiada cínica para ser una mujer digerible, demasiado sensible para ser una mujer racional; la verdad es que siempre he estado en el limbo. He pensado a cuestionarme, si realmente ser un limbo es el paradigma correcto de mirar las cosas;
Dos grandes países cuya economía depende de una y del otro; dos países cuya política es una broma y aún así, coexistimos entre promesas falsas y la escasez de recursos;
Así que me convierto en nada menos como aquella frontera, aquella barrera cínica, entre lo irracional, lo racional, lógico, paradójico y soñador;
Estar conmigo es como estar en un baño de ácido; comparto más similitudes a Bukowski, a la compression entendible de otras mujeres.
Siento entonces aquella soledad paradójica del capital erotico; buena para fornicar, terrible para ser valorada por autenticidad.
Como quisiera ser entonces como el rostro de las otras mujeres; cuya belleza definiese entonces mi rostro y sentirme como una de casa sin la necesidad de querer dispararme los órganos y poder utilizar un guardapolvo con medias negras y ligero;
Más aquí estamos, con las lágrimas en los ojos, la soledad en el estómago; un cigarrillo ficticio porque conozco mi melancolía y malos hábitos; tomamos un galón de agua mientras miamos parados al lado del bote de basura porque el cuerpo tiene necesidades y estoy en mi momento sensorial; donde todo el mundo es obsoleto, soy nada y soy todo;
Conozco mi venas y veo sus ramificaciones;
Cobarde, estúpida, insensata, astuta, inocente y naïve.
Como quisiera ser una de aquellas mujeres que tú respetas; más no soy nada y soy polvo; porque ellas y yo compartimos entonces aquella contradictoria y agria soledad de querer ser amadas por heridas del pasado.
La diferencia entre ellas y yo, es que yo me bebo un litro de agua y un kilo de café con una cara de perra muerta y humillada, más mantengo mis piernas firmes por debajo de la mesa con los stilettos en mis pies. Mi sexo se siente cálido, y mi cara esta prendida en llamas; mis dientes hacen crujiendo entonces con frustración y quiero golpear la mesa tan fuerte que haré mis nudillos tronar y el rostro del bar me mirara de manera más extraña e inusual;
Ella te coquetea entonces con sus dedos enredados sobre su pelo; cuanto envidio entonces el descaro y aquel aire juvenil que yo carezco; ella te besa y están ahora sobre la mesa.
Quiero ir a miar nuevamente — No, no es cierto, quiero salir de esta situación porque verte con ella me da una pulsada en el estómago. —, Doy otro trago, agrio, amargo, aunque todo es psicológico. Es sólo un galón de agua y el café ha sido el más barato e instantáneo posible. No esta cargado; solo es mierda de las sobras cuyo granulado, no podía ser mal gastado en este mundo capitalista.
No me levanto de la mesa; sufro en silencio la soledad de mis pensamientos y la manera atormentada, nostálgica, positiva y cínica, cuyas conclusiones se deriven entonces en pensar con la mejor mentalidad posible que mi mente tenga la capacidad.
Me tallo los ojos y las lágrimas; ella se ríe, desliza sus manos sobre sus muslos y yo no digo nada más me levanto de la mesa con la envidia en el estómago y la tristeza abordándole nuevamente.
Veo entonces a aquella otra mujer enfrente de mi; hermosa, bella, despampanante, algo cúbica más sincera. Esta entonces siendo acompañada por un caballero que sostiene su mano entre sus dedos; tiene licor embarrado en los labios más le sonríe con gracia y acaricia el anillo entre sus dedos con apreciación.
¿De que momento la puerta del bar había sido entonces de color caoba? ¿Hemos entonces hablado de aquella eminente presencia que el roble ha robado el protagonismo de esta escena? No. Solo son excusas y simbolismos para levantarme, con el sexo mojado, los ojos rojos, mi galón de agua, los pies poco atenuados y un vestido que muestra mis pechos para probarle a la sociedad que soy una mujer.——-
ni-ti