Capítulo 11
Su cabeza daba vueltas y le dolía de gran manera. Abrió los ojos lentamente acostumbrándolos a la luz y el dolor se intensificó cuando la alarma sonó a su lado llenando todo el lugar con su bulla.
Dio con rapidez un manotazo para callar el molestó ruido y con cansancio se levantó de la cama.
Sería un día largo, lo sabía, pero de igual manera no se arrepentía en lo absoluto de lo ocurrido.Su ventana estaba entreabierta y una sombra impedía que la luz pudiera entrar a la habitación de manera completa al darse cuenta se levantó con rapidez para ver a través de ella, el mareo casi la hizo desmayarse, pero se mantuvo de pie observando como un Audi se encontraba estacionado en el lugar, lo había olvidado por completo.
¿Había dormido ahí? ¿Acaso estaba loco?
Justo en ese momento la puerta sonó haciéndola saltar del susto. Sabía de quién se trataba. Su cabeza iba a explotar en cualquier momento a decir verdad y lo menos que quería era una pelea.
Caminó con pasos seguros obligándose a no hacer alguna tontería y con la mejor cara que pudo poner considerando que ni los dientes se había lavado abrió la puerta con cuidado, observó como el hombre frente a ella la miraba con impaciencia, muestra clara de que la había estado esperando demasiado. Maya se encontraba con el mismo vestido de ayer y el maquillaje un tanto corrido.—Hola. —dijo luego de escudriñarla con la mirada de arriba a abajo sin ninguna clase de disimulo.
—¿Hola? —repitió ella, aunque sonó más como una pregunta, su cabeza no paraba de dar vueltas y eso no le permitía pensar con claridad. Sin embargo, podía enfocarlo muy bien, demasiado bien, a decir verdad.
—¿Estás ebria? —la pregunta le fue difícil de interpretar, no sabía cuál era su humor luego de tantos días sin verse y el saber que pasó el resto de la noche durmiendo afuera de su casa le causaba una sensación desconocida.
Ella por su parte estaba enojada, muy enojada. Tenía todo el derecho de estarlo y claro que se lo haría saber.
—Algo, de haber estado sobria ya lo habría mandado al infierno, señor Millán. —la burla sonó en cada una de sus palabras.
Primera tontería del día. El hombre frente ella Inclinó la cabeza hacia un lado, observándola con duda, meditando en decir o no lo que pasaba por su cabeza en ese momento.
—Te llame. —dijo luego de un largo silencio. —No respondiste.
Maya tomó el mango de la puerta para darse un poco más de estabilidad, sentía como su cabeza podía explotar en cualquier momento.
—Estuve ocupada. —respondió sin ninguna intención de ser amable. —Y ahora también lo estoy, si gusta nos podemos ver en la oficina.
Se disponía a cerrar la puerta con rapidez.
—Maya. —dijo con rapidez antes de que le cerrara la puerta en la cara, su rostro varonil era tan perfecto y tan difícil de leer en esos momentos. —Deja que te lleve al trabajo, ya estoy aquí vamos al mismo sitio al final de todo.
El fuerte dolor de cabeza hizo presencia con una fuerte punzada que la obligó a respirar hondo un par de veces para calmarlo.
Él esperaba una respuesta con los ojos un poco apagados y las manos temblorosas las cuales las había puesto en puños para disimular el temblor. Tal como en el pasado lo hacía, cuando estaban juntos y todo parecía perfecto, pensó soltando una risa sin poder evitarlo. Él por su parte la observó con una expresión un tanto confusa.—Bien. —aceptó luego de algunos minutos y con rapidez cerró la puerta para no dejarlo pasar.
Luego de lavar sus dientes se metió a la ducha con la intención de que el agua se llevara todo el cansancio que sentía. Fue totalmente en vano, lo único era que ahora se encontraba más limpia que antes. Al salir se soltó el cabello sin intención de arreglarse de más y con un vestido suelto que le diera comodidad y sus cosas tomadas con rapidez se apresuró a salir de su casa. Pasaría luego a la cafetería por un café súper cargado o si no se desmayaría en cualquier momento. Sabía que su jefe no estaría todo el día con ella, era lógico, durmió en su coche toda la noche de seguro en cualquier momento se aburriría y marcharía como tantas veces lo había hecho. Al menos tenía algo a su favor ese día.
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Punto débil © (Versión Corta)
Romance-No te entiendo. Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Él soltó una fuerte carcajada. Rompió su corazón lo sabía, pero daba igual, eso era lo que ella había conseguido con sus acciones. -¿Enserio no lo notaste? -preguntó con burla. -¿Eres...