Capítulo 12
Maya había faltado el día anterior avisando a través de un correo que no se sentía bien del todo para asistir. La verdad era una mentira, pero sentía que no podía verlo a los ojos luego de lo ocurrido. Buscando una excusa, se dijo así misma que esa mañana seguía muy borracha y lo único que quería era que se callara la boca de alguna manera. Su cuerpo reaccionó solo y el de él no se quedó quieto o le dijo algo al respecto, no, al contrario. Recordaba el toque de sus manos, sus labios sobre los de ella y sus mejillas se calentaban cada que pensaba en ello. Debía olvidarse de lo ocurrido con urgencia.
Ya era sábado por lo que solo trabajaría hasta la una de la tarde y eso la ponía de buen humor, si tenía suerte no estaría muchas horas y no lo vería tanto. Aunque dudaba que eso pasara, pero le gustaba pensar que sí.
Se arregló colocando su cabello en una media cola y con un cómodo blazer que la hacía verse muy ejecutiva por encima de un vestido semi pegado se dispuso a salir de su casa con una sonrisa esperando que ese día fuera llevadero.Al llegar muy sonriente luego de dejar saludos amables a todos sus conocidos en la empresa un Marcelo la esperaba con una sonrisa amable a un lado de su escritorio.
—Maya, querida. —dijo dejando un beso en su mejilla. —Coincidimos en la empresa luego de un tiempo.
—Señor Marcelo. —sonrió amablemente. —Sí, tiempo que no lo veo en este piso.
El hombre soltó una leve carcajada para luego dejarle una invitación en sus manos.
—Vengo a dejarte la invitación de tu ahora jefe. —miró a su oficina con una expresión extrañada en su rostro. —Me dijo que cualquier cosa que tuviera que ver con la empresa primero te lo comunicara a ti. —Maya observó el papel él cuál solo era una carta de invitación, no era nada que él no pudiera recibir. —Al parecer tu ahora jefe es un poco... difícil.
Maya miró la puerta cerrada de la oficina entendiendo que el hombre ya se encontraba dentro del lugar y su sonrisa desapareció de su rostro por completo.
—Claro. —dijo sin entender la necesidad de rechazar algo simple del mismísimo dueño de la empresa. —Me dio gusto verlo señor Marcelo.
El hombre asintió devolviéndole el gesto para luego retirarse con pasos seguros. Maya respiró hondo dejando sus cosas en su escritorio antes de tomar camino en dirección a la oficina de su jefe. Tocó un par de veces la puerta con lentitud, respirando hondo mientras pensaba con claridad lo que haría luego de verlo nuevamente.
—Pasa. —la voz fue fuerte y con mucha autoridad.
—Buenos días. —dijo ella entrando con pasos seguros y los papeles en la mano, cerró la puerta despacio. Su celular sonó de forma escandalosa llamando su atención y su rostro cambió al ver el nombre en la pantalla.
—Contesta, no hay problema. —dijo Dimitri con un gesto despreocupado de manos.
Maya meditó unos segundos para luego de hacer una mueca un tanto incomoda con el rostro decidirse a responder.
—Hola, mamá. —dijo soltando un suspiro pesado como cada que su madre la llamaba. —No puedo hablar en este momento.
Se apresuró a responderle algo cortante.
—¿Vendrás está navidad? —la voz de su madre sonó paciente a la espera, como cada que la llamaba, no como cuando la habían corrido luego de que ella intentara volver con el alma rota y su corazón destrozado.
Eso lo recordaba muy bien, muy a su pesar para ser sincera.
Maya lo meditó, en realidad llevaba meditándolo cada diciembre desde hace tres años desde que volvieron a tener comunicación, pero a Maya simplemente se le hacía imposible volver al pueblo, para ser más específica; volver con ellos. Definitivamente aún no está lista.
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Punto débil © (Versión Corta)
Romance-No te entiendo. Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Él soltó una fuerte carcajada. Rompió su corazón lo sabía, pero daba igual, eso era lo que ella había conseguido con sus acciones. -¿Enserio no lo notaste? -preguntó con burla. -¿Eres...