CORAZÓN QUE EMBRIAGA EL MEZCAL

2 1 0
                                    

Hoy he descubierto que me gusta el mezcal. De nuevo pensado en ti, sentado en el balcón de mi casa en medio del atardecer. Ya no importa que mis pupilas se dañen, solo miro al horizonte esperando a que un milagro te traiga hacia mí; he sacrificado mil noches en el que el recuerdo de nuestras vidas juntos me apuñalan en el corazón. Mentiras creadas por mi cabeza, sobre un futuro que jamás podrá darse. Son los sueños más hermosos, pues estás ahí siempre, contemplado mi alma al mirarme a los ojos. Solía fijarme en el físico de las personas hasta que... te encontré. Ya no importaba si hubieses sido diferente, tu imagen irradiaba bondad y calidez; parecías una buena persona, una en la que podrían confiarte sus más íntimos secretos; rizos de oro, era lo que me gustaba de ti, el sol lo resaltaba con vigor. Tu inexperta voz, tu risa infantil hasta tu perfil: todo me era perfecto. Sin saberlo... ya me había enamorado.

Amarte se volvió mi obsesión. Hablarte diario, compartir mi vida entera contigo sin saber si te importaba. Lo que daría porque me conocieras ahora, que supieras lo que he sentido durante años. La falta que me haces, pues ya no soy capaz de vivir sabiendo que quizás jamás estaremos juntos. Desearía que pretendieras conocerme y así jugar a enamorarte. Que por un segundo, así fuera el más corto, te detuvieras a mirarme. No te decepcionarías pues ya te habría conquistado; si el mundo se nos revelara, así fuera el final de todo, no me quejaría porque ya habría ganado tu amor.
Amarte es complicado. No actúes como si no conocieras mi rostro, ¿no lo haces?, perdóname. Paso demasiado tiempo viendo tus fotos en tu Instagram que pensé que hacías lo mismo. No me da vergüenza, me flechaste, fue un golpe certero en lo más profundo de mi corazón y alma. Tú eres el cruel, sabes lo que has hecho y no eres capaz de sacar la flecha. (Suspiro), bueno, creo que soy yo el que no permite que lo hagas. Sinceramente no sé qué hacer si dejo de sentir este fuego dentro de mí. Me quema, me mata con lentitud pero se siente bien al mismo tiempo.
Mi deseo más grande: acariciar tu bello rostro. Blanco y suave. Fingir demencia para desobedecerte y robarte un beso. Morder tus labios mientras intentas apartarme de tu lado. Hacerte feliz, mientras colocas tu cabeza en mis piernas y... ver cómo te ríes de mi torpeza; gritarles a todos lo nuestro, casarnos y formar una familia. Todo un futuro con alguien que habla un idioma que me cuesta comprender. Pero no debo engañarme, eso jamás va a suceder. No puedo crear milagros, tal vez deba conformarme con lo que soy y lo que tengo; para mí eres inalcanzable, ajeno. ¿Sabes algo?, seguimos siendo jóvenes, aún queda tiempo. No sé. Quizás algún día nuestros caminos se junten para no separarse jamás. (Risas), ahí voy con mis falsas esperanzas. Mi incansable necesidad de ver posibilidades en un sentimiento que... para muchos es un desastre. Ya ni siquiera me importa si pierdo mi valor profesional, ¿a quién le interesa trabajar?, bueno, supongo que a ti. Tienes razón, debería seguir trabajando duro.

Tomaría tu mano si las mías no estuvieran mojadas con mis lágrimas nocturnas. Soy frágil pero me aseguraría de que nadie te hiciera daño; aprendería mejores modales por ti, seria tu acompañante en tus aventuras; fotógrafo para verte en todas las revistas de moda; chef para complacerte con tus platillos favoritos todas las mañanas; cobertor para proteger tu intimidad y un estetoscopio para siempre escuchar tu corazón latir, aún si no lo hiciera por mí; dormir cada noche al lado tuyo, deseándote como el oso a la miel. Así como los coalas que se aferran a los árboles, yo me aferraría a ti. Suena infantil pero ya han pasado siete años sin conseguirte. Los años que aún faltan.

Ya me lo habían advertido, lo que ciento está mal: no puedes amar a alguien así, con esa intensidad. Todos correarían despavoridos si se enteraran del pecado. La lujuria que siento, pero no de tener sexo contigo si no de tenerte, amarte y respetarte; moriré solo sin tenerte con este síntoma de abstinencia, que me dice que debo buscarte de nuevo en tus redes y solo... llorarte. Recaer en ese círculo vicioso en el que sueño una vida entera contigo, para perderla después al despertar. Ya ni los lobos le aúllan tanto a la luna; soy adicto al alcohol que produces, me embriaga mirarte obligándome a viajar en el espacio durante horas. Sé que puede ser toxico para mí, pero la verdad no me importaría envenenarme siempre y cuando fuera tu veneno el que me impidiera respirar; convertirme en el dueño de tu dolor, de tu tristeza, tu felicidad y de tu ira. Ser testigo del abanico de tus comportamientos, sentir tu verdad así como sentir tus mentiras; ser espectador de los arrebatos de tu perversidad y verte perder la calma. Ser tu consuelo, tu compañero... tu universo dentro de ti; convertirme en la morfina que aliviara tu sufrimiento o incluso ser tu eutanasia, para morir bajo la ley, nuestra ley.

Soy egoísta. Al amarte con fuego y sal te impediría se libre de amar a quien tú quisieras. Ojala fuera yo el afortunado; creo que es hora de que desista, podría prometerlo pero cuando se trata de ti mí voluntad es como el cristal. Debería fijarme en alguien más ordinario y dejarte ir. No será fácil: te dediqué tanto tiempo que se volvió cotidiano el pensar en ti; mi madre estaría orgullosa de saber que su hijo ha empezado a vivir sin esa obsesión enferma. Sí, creo que eso será lo mejor, olvidarte y al mismo tiempo olvidar quien fui.

Y si algún día me encuentras y decides mirarme... sepas que solo hallarás a un hombre ordinario ahogando su amor en mezcal.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 14 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ANATOMÍA DE QUIEN ES CAPAZ DE AMAR CON EL CORAZÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora