En la sombra opaca de la vida de Do Seo-ri, la pérdida temprana de sus padres arrojó sombras de culpa sobre su corazón, culpando a su hermana menor, Do Do-hee, por la trágica muerte de sus progenitores.
Sin embargo, la oscura trama del destino da u...
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Jeong Gu-won yacía plácidamente sumido en un sueño tranquilo cuando el tono de llamada insistente rompió la calma de la noche. Despertó sobresaltado al ver en la pantalla de su celular el nombre de Do Do-hee, la causa de su interrupción nocturna habitual. Carraspeó su garganta y respondió, esperando escuchar la voz de la joven actriz al otro lado de la línea.
Sin embargo, para su sorpresa, la voz que resonó en su oído no fue la esperada. Era Do Seo-ri, la hermana mayor de Do Do-hee, quien hablaba desesperada y atraves de la línea, transmitiendo angustia y urgencia en cada palabra. Jeong Gu-won se incorporó rápidamente en la cama, preocupación marcando sus rasgos mientras escuchaba las palabras frenéticas de Seo-ri.
— ¿Gu-won, por favor, ayúdame? No sé qué hacer. ¡Do-hee no respira, no tiene pulso! ¡No sé qué hacer! — exclamó Do Seo-ri, su voz llena de desesperación.
Gu-won se levantó de un salto, el corazón latiéndole con fuerza. Mientras ella le explicaba rápidamente la situación, él salió apresuradamente de su casa, entró en su auto y encendió el motor.
— Escucha con atención, Seo-ri. Necesitas realizar la reanimación cardiopulmonar. ¿Tienes alguna experiencia en primeros auxilios? — preguntó Jeong Gu-won, intentando mantener la calma mientras manejaba hacia donde estaba Seo-ri.
Ella, con voz temblorosa, admitió su falta de experiencia en primeros auxilios. Gu-won procedió a explicarle, paso a paso, cómo realizar la RCP. Mientras Seo-ri seguía sus instrucciones, la desesperación en su voz era palpable. Se escuchaban sus respiraciones entrecortadas y los sollozos mientras intentaba salvar a su hermana.
— ¡Vamos, Seo-ri, estás haciendo todo lo posible! — alentaba Jeong Gu-won a través del teléfono.
En un momento de angustia intensa, Seo-ri logró que Do Do-hee escupiera el agua que había tragado, devolviéndola a la vida. Sin embargo, el alivio de ese momento fue efímero.
Mientras Seo-ri se desvanecía a un lado de Do Do-hee, sin soltar en ningún momento su mano, en el fondo de la llamada, los gritos de Jeong Gu-won resonaban, esperando alguna señal de vida de ambas. Sin embargo, la única respuesta que obtenía era el sonido sordo de las olas, golpeando la orilla como un eco distante de la lucha desesperada que había tenido lugar.
Do Seo-ri yacía débil, su energía agotada por la desesperación y la lucha por la vida de su hermana. La lluvia caía suavemente, creando un ambiente melancólico en la playa. Jeong Gu-won, a través del teléfono, continuaba gritando sus nombres, esperando desesperadamente alguna señal de vida.
El instante se volvió eterno, y Jeong Gu-won seguía esperando, aferrándose a la esperanza de recibir alguna señal de vida desde el otro lado de la línea. La conexión frágil entre la vida y la muerte se mantenía en un delicado equilibrio, mientras las olas continuaban con su canto que parecía infernal de fondo.
