hospitalizada

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Dos días después.

Nos encontrábamos frente a la casa de sebastian Villalobos acá en Bogotá. El pelinegro al parecer había desaparecido, y tendríamos que entrar a la fuerza a su gran casa.

- no hay otra opción. Tenemos que entrar a la fuerza. - habló juanpa, preparando sus herramientas para irrumpir en la gran casa.

A pesar de ser una casa con gran seguridad, luego de varios intentos y golpes, Juanpa logró romper la cerradura de la reja, para adentrarnos en el patio.

La entrada de la casa costó mucho más en abrir, provocando impaciencia en mí, aunque sabía que no teníamos más opción.

Adentrándonos en la gran casa, que parecía mansión, nos detuvimos al ver una seríe de habitaciónes y pasillos, además de tener tres pisos. El trabajo estaría complicado con una casa tan grande.

Tratando de hacer el mínimo ruido posible, entramos a la casa con armas en mano, listos para cualquier cosa que podría suceder allí dentro.

Pero al ser una casa tan grande, nuestra mejor idea fue dividirnos en parejas para ir recorriendo la casa. Juancho y alejo estarían en el primer piso, Daniela y yo en el segundo y Paula con juanpa en el tercero.

El extraño silencio en toda la casa me alertaba. Sabíamos que Villalobos no había salido de la cuidad, por lo que lo más seguro es que estuviera aquí.

Daniela y yo nos dirigimos hacia el segundo piso, revisando habitacion por habitación, separadas. Cada cuarto parecía de algo distinto, pero mostraba la clase de persona que era Villalobos. Habitaciones con paquetes de cocaína y otras drogas, arsenales de armas e incluso, lo que más llamó mi atención fue una habitacion con fotografías de todos nosotros. Miles de fotografías mias, algunas de la agencia, detectives, de los diversos asesinatos durante el caso e incluso, fotografías de mi hermanita donde se veía que la estaban siguiendo.

- hijo de puta. - exclamé entre dientes, sintiendo mi sangre arder. Daniela puso su mano sobre mi hombro, tratando de darme apoyo.

No podía creer como nos había estado siguiendo este tiempo y no fuimos capaces de verlo.

El tenso silencio de la casa acabó al momento de que unos disparos me hicieron sobre saltar, alertandome a mi y a Daniela que saliéramos de la habitación. Todo se veía nuevamente en silencio y la casa estaba casi completamente a oscuras, lo que dificultaba mucho la búsqueda.

No sabíamos de dónde provenía el sonido, por lo que seguimos revisando en el segundo piso, buscando a Villalobos.

Con nuestras armas en mano, entrabamos con rudeza a cada habitación, encontrándola vacía.

En introducirnos en un pasillo, un ruido se escuchó, cómo si hubieran pisando un papel muy ruidoso. Lo teníamos...

Mi corazón latía ferozmente con cada paso que daba, revisando las habitaciones de aquel pasillo. Todo nuevamente se encontraba en silencio, solo que ahora sabía una cosa. El estaba ahí.

Cuando sin previo aviso, un nuevo disparo se escuchó. Solo que estaba vez, demasiado cerca. No vi el momento en que Daniela cayó al suelo. Mi corazón se estrujó al pensar que le habían disparado.

Quise acercarme a ella, pero más disparos me hicieron esconderme, tratando de evitar alguna herida.

Mí enojo había aumentado. Los disparos cesaron, quedando todo nuevamente en un silencio abrumador.

- ¡Sebastián! - grité dando ligeros pasos por el pasillo, encontrándome más habitaciones en las que buscar.

El silencio persistió, tan opresivo como antes. Mis pasos resonaban contra el piso, haciendo evidente mis pasos. Con la mirada alerta y el arma en mano, seguía en busca de la persona escondida en alguna de esas habitaciones.

perdóname | cachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora