10. Fogata emocional

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Cuando salió limpio y vestido, muchos niños estaban afuera nuevamente corriendo y jugando mientras los adultos cocinaban en un fuego abierto. No tenía mucha hambre y agarró un plato con un panecillo, un trozo de pollo asado y unas rodajas de piña. Encontró a sus hermanas sentadas con Rotxo pero el resto del equipo faltaba.

Mucho después de la cena, los adultos acompañaron a los niños más pequeños al salón principal para la noche de juegos, dándoles a los mayores su noche de fogata en paz. Sin embargo, nada de licores fuertes, solo champán sin alcohol y cervezas si así lo deseaban. Kiri se disculpó para ir a buscar a los demás y sorprendentemente Rotxo no la siguió, quedándose junto a Neteyam en uno de los troncos tallados.

– Olvidé decirte que encontré esto y pensé que te gustaría.

Neteyam se animó y lo vio buscar algo en el bolsillo de su sudadera.

– Es una punta de flecha que encontramos el otro día. La desenterramos cerca de un lugar para practicar surf. Creo que Aonung quería dártela pero se le olvidó.

Él sonrió y abrió la mano para mostrarle el objeto al otro.

– Wow –Neteyam lo miró asombrado– no he visto uno de estos que no estuviera en un museo. Ya no los fabrican.

– Espera, ¿de verdad?

Él asintió.

– Son súper antiguos. ¿Estás seguro de que esto era para mí?

Rotxo se rió

– Obviamente.

¿Obviamente? ¿Qué tenía de obvio?

Neteyam inclinó la cabeza en cuestión, pero Rotxo simplemente la dejó caer en su mano.

– Puedes hacer un collar con eso o algo así.

– Es buena idea, no lo había pensado

– ¿Verdad que sí? Hago un montón de joyas aquí. Puedes visitar las clases en algún momento.

Rotxo se subió las mangas para revelar múltiples pulseras de cuentas y cadenas alrededor de sus muñecas y antebrazos.

– ¿No crees que es demasiado? –Neteyam sonrió.

– A los niños les encanta regalármelos, no me importa. –el chico le devolvió la sonrisa.

Entonces algo llamó su atención y se levantó de un salto.

– Aonung, finalmente.

Neteyam también se puso de pie torpemente, pensando de repente en la conversación con sus padres cuando vio la mirada de Aonung. Tras él venían las chicas y Lo'ak.

– ¿Les traigo algo de beber, chicas? –ofreció Rotxo.

– Eso estaría bien. –Tsireya sonrió y Kiri asintió.

– Yo te ayudo. –dijo Lo'ak y luego él y Rotxo desaparecieron hacia la mesa de bebidas.

– Neteyammm. –Tsireya chilló– Te ves muy lindo esta noche.

– Pensé que debería arreglarme un poco.

Él sonrió aceptando el abrazo que ella le dio. Aonung siguió mirándolo por encima de su cabeza.

– ¿Pasa algo? –se dirigió a él.

Los ojos de Aonung recorrieron su cuerpo, tan lentamente que Neteyam pensó que podría haber estado desnudo y sentirse menos expuesto que en ese momento.

– No, te arreglaste bien.

Tsireya dejó escapar un pequeño suspiro antes de acercarse a su hermano, abrazando su brazo a su costado

Campamento Awa'atluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora