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Casi todo lo que recordaba claramente Ray eran solo sus años de infante y de secundaria, pero había olvidado casi por completo los últimos cuatro años, a excepción de algunos flashbacks borrosos con los que había soñado. Olvidó prácticamente todo, incluyendo a las personas que lo rodeaban.

Ni bien despertar, lo primero que sintió fue una presión sobre su vientre. Había un chico recostado sobre él, que acariciaba su mano suavemente, murmurando palabras que Raymond no pudo descifrar.

A pesar de la tranquilidad que le otorgaba la imagen de aquel chico pelirrojo en plena siesta, el asombro del herido fue tanto que intentó rápidamente levantarse de la camilla. Un mareo lo tomó por sorpresa, y su cabeza comenzó a doler.
El pelirrojo interrumpió su sueño para se levantarse apenas sintió que Ray se movió. Cuando los ojos de Ray se cruzaron con los del chico, inmediatamente comenzaron a lagrimear, mientras el otro presionaba la mano del chico junto a su pecho, asegurándose de no estar soñando. Una incontenible sonrisa se asomó por sus labios cuando comenzó a hablar.

- ¡Ray, cariño! Oh dios, despertaste. Te juro que pensé que te perdía, y yo-

- ¡Suéltame! - gritó la chica al no poder reconocer al chico. - ¿Quién eres? -

<<No, esto no puede estar pasando. Es una pesadilla.>>

- Cariño, no juegues con eso... -  intentó reír, pero el rostro desconcertado del castaño lo trajo a la realidad.

Uno de los médicos que atendían al chico entró a la habitación para hacer un control rutinario. Se acercó a Raymond y llamó a Julien para que se ocupe de Mars.

Ambos salieron y se sentaron en el jardín interno que poseía la clínica. Se ubicaron en un banco bajo un árbol que les servía como refugio del frío invernal que los rodeaba.

- Esto no puede estar pasando, por favor, no. No es posible... Yo... ¿Cómo se supone que...? - lloraba casi a los gritos, las lágrimas no cesaban y se estaba quedando sin voz. Su piel blanquecina remarcaba los oscuros círculos que se le habían formado debajo de sus ojos rasgados durante las últimas semanas. - Esto una pesadilla, tiene que serlo. -

- Mars, cálmate, por favor. Me destroza verte así. - Julien sobaba la espalda de su amigo. Decir que el pelirrojo estaba triste era poco a comparación del estado de Brown.

- No lo entiendes, Ju. Explícame, ¿qué haré yo sin él? ¿Y si no me recuerda? ¿Si quiere que lo deje? No sé si voy a ser capaz, no puedo hacerlo... No quiero hacerlo. Lo necesito a mi lado. - sollozaba el pelirrojo, y Julien ya no supo qué decir.

Casualmente, Ann apareció en el momento justo, preocupada por su amigo. Cuando Julien la vió, le hizo señas para que vaya a hablar con el médico por él. La chica comprendió y, ni bien vió que se abría la puerta, se acercó al doctor que atendía a Raymond. Mars, aún sumido en su angustia, levantó la cabeza antes de que comenzara a hablar y se aproximó a él.

- Chicos, Raymond aún está muy aturdido. Después de dos semanas prácticamente dormido, es lógico que le descoloque la situación. En un rato podrán pasar a verlo, pero solo les pido que no le den tanta información repentinamente, eso puede causarle un shock. - el doctor, que había comenzado a volverse cercano al grupo de amigos, colocó cálidamente su mano sobre el hombro de Mars.

Por otra parte, Ray se relajó, pero comenzó a pensar quién era aquella persona. Miró a su alrededor, pero no había tantas cosas que le pertenecieran o lo ayudaran a recordar.
En una pequeña mesa a su lado encontró un anillo, que tenía grabadas una M y una R. Allí mismo también estaba una pulsera plateada que tenía una clave de sol.

Otro flashback.

Un ramo de flores. Una toga de graduación.

- Toma Rayito, esto es para tí. ¡Estoy tan feliz de que hayas terminado tus estudios! - un fuerte abrazo.

Una caja con la misma pulsera dentro, pero la persona que lo abrazaba tenía su cara borrosa, confundiendo así más al chico.

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⏰ Última actualización: Jan 13 ⏰

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