Prologo

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Aquella tarde debía apresurarme a recoger unos libros que se encontraban en la biblioteca, la mayoría de los estudiantes se habían retirado y si no me daba prisa no lograría entregar el trabajo de historia que tenía pendiente para mañana, sin mencionar que ya mi padre de seguro se hallaba buscándome por todo el colegio. Una señorita bien vestida de cabello rizado y lentes me recibió en la puerta con una grata sonrisa.

—Bariel, te estaba esperando dice abriéndome paso.

—¿Esperándome? —Contesté un tanto extrañada— ¿C-cómo sabe mi nombre?

—¡Ah, pues...! Nos conocimos esta mañana, ¿No lo recuerdas? —suelta una carcajada dejándome más confundida de lo que ya me encontraba—, vamos entra, no te quedes en la puerta, lo que buscas está al fondo de la biblioteca —me señala el camino, que revelaba aquellos libros que necesitaba encima de una mesa, muy lejos de la entrada— ¿Qué pasa mi niña? Debes apresurarte, porque ya voy a cerrar, —una vez más aquella sonrisa en su rostro se refleja mientras jugaba con sus llaves.

—Eh, sí... ya voy a buscarlos —dije para comenzar a caminar hacia aquella mesa. No me sentía segura, no siempre lograba distinguir entre la realidad o la fantasía. Aquel pasillo se me hacía cada vez más eterno, ¿es esto un sueño? Giré en dirección a la entrada, y aquella mujer no se encontraba allí. Un fuerte ruido se escuchó detrás de mi haciendo que volteara al instante.

—¡Apresúrate, mi niña! —Era aquella señorita que había golpeado los libros contra la mesa. Mis manos temblaban haciéndose muy notable mi miedo, los recibe sin quitarle los ojos de encima.

—M-muchas gracias —dije con voz temblorosa, le di la espalda para comenzar a caminar y salir ya de ese lugar.

—Tienes algo que necesito —comentó haciendo que me detuviera. No lograba emitir alguna palabra, percibía algún tipo de corriente que recorría mi cuerpo, algo me decía que esto no estaba bien. Giré mi cabeza lentamente, mi garganta se sentía muy seca haciéndome carraspear. Un ruido extraño se comenzó a escuchar, algo estaba pasando detrás de mí, pero el miedo impedía que volteara por completo. Un chico alto salió de la nada, se encontraba enfrente, mirándome fijamente. Aquel joven me dio una sonrisa cálida.

«¿Vienes ayudarme?», pensé.

Aquellos ojos azules eran realmente sorprendentes. Entre susurros me dijo que cerrara los ojos, y sin pensarlo mucho, acate aquella orden sin titubear. Simplemente, se escuchó un chillido para luego quedar en un total silencio. Temía que si abría los ojos todo seguiría igual, no obstante, escuché la voz de mi padre que gritaba mi nombre, abrí los ojos lentamente, mi padre se aproximaba hacia mí con mucha prisa, observe en todas las direcciones para encontrar aquel hombre, pero este ya no se encontraba en el lugar y tampoco aquella mujer.

—Bariel, ¿Estás bien? —dijo dándome un abrazo—. Te he dicho en muchas ocasiones que no puedes perderte así. ¿Cuándo lo vas a entender?

—Perdóname, papá, había una señora y un chico y....

—No te preocupes, no necesitas pensar mucho en eso, cierra tus ojos, Bariel.


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El sol de la mañana entro por la ventana haciéndome despertar, no era la primera vez que tenía este sueño, y de alguna manera extraña siempre me dejaba con una sensación de haberlo vivido, sin embargo, siempre lo recuerdo como un sueño.

Mi vida parecía estar envuelta en una niebla, nunca he podido diferenciar entre amigos o aquellos que me quieren hacer daño, no puedo confiar en nada ni encuentro a alguien confiable. En algunas ocasiones he llegado a sentir que ni siquiera en mi padre puedo confiar como tampoco en mi misma.


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BARIEL [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora