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Una semana después.

— ¿Podrías decirme por qué no quieres verme?

Hisoka veía con cierta molestia al pelinegro, quién lleva ignorándolo durante toda la semana.

¿Alguna vez se dignó en hablarle? No, claro que no. Es más, en ningún momento intercambiaron miradas.

— Estoy indignado. — bufó para darse la vuelta y salir de ahí.

Solo porque su celo se acerca está comenzando a alejarse... ¿Aún no se siente seguro conmigo? — rondaba por su cabeza y la inseguridad se apoderó de él.

— Solo... Estoy avergonzado... — murmuró poco después de que la puerta se cerró — No quiero ser una bola de ganas andante...

— No me molestaría tener a una bola de ganas andante que podría arrinconarme en cualquier momento y violarme a plena luz del día. ¿Sabés? Esa es mi fantasía sexual.

Gon se giró como el exorcista, mirando al pelirrojo sonriente, sentado en uno de los muebles que estaban cerca de la puerta.

— ¿Por qué te quedaste? — gruño.

Hisoka sonrió con coquetería, acercándose con un andar lento y seductor.

— ¿Por qué no debería quedarme, ringo-chan?

Frotó ambas narices en un suave besito esquimal, el menor se sintió avergonzado, pero le mantuvo la mirada al pelirrojo. El mismo que ya está sobre él besando sus labios; casi como si estuviera desesperado por lo que pudiera pasar después.

Un suspiró se escapó del par de labios, separándose por aire y juntaron sus frentes en un lindo gesto de parte del mago.

— Mi lugar está a tu lado, mocoso engreído. — mordió la nariz de este — A donde sea que tú vayas, debo ir yo. Ya sea el cielo, el limbo o el infierno si es posible.

Gon sentía algo calentito en el pecho al oír sus palabras tan llenas de amor... Podía sentir un dulce sabor en su paladar.

— ¿Aun sí en algún momento llegó a perder los estribos y te provocó algún daño?

Hisoka se alejó un poco, sonriendo levemente, acariciando los pómulos bronceados del cachorro ahora adulto.

— Sí eso llega a pasar... Déjame decirte que me encantará ser comido por tí.

Freecs sonreía cálidamente.

Hisoka se irguió, inclinando hacia él.

— Y otra cosa... — el menor lo miró — Disculpame por todo hasta ahora.

Gon ladeo la cabeza.

— ¿Por todo? — lo meditó — ¡Ah! ¿Hablas de lo de Chrollo e Illumi?

El otro asintió.

— Ya pasó. Olvidalo. Te perdono.

Hisoka se inclinó para darle un beso.

— Eres el mejor. — lo vio inflar el pecho de orgullo.

— Lo sé.

Ambos vieron a la puerta, donde se veía un ave de color negro: un cuervo.

El menor sabía de quien se trataba, y al darse cuenta que lo descubrieron... Se fue volando, pareciendo un ave tonta y senil...

— Tu celo es mañana... ¿No?

Gon asintió.

— ¿Estás listo para...? Ya sabes. — se rascó la nuca timido.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora