«𝙉𝙤𝙨 𝙫𝙤𝙡𝙫𝙚𝙧𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙖 𝙚𝙣𝙘𝙤𝙣𝙩𝙧𝙖𝙧...»
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Desde aquel día en el que su padre comunicó a su familia que se mudarían a Colorado por negocios (Y por una experiencia cercana a la muerte para Kylie), la vida de Kylie no fue la misma, e...
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Domingo 10/25/1987
¡Hoy es domingo, y mañana voy a mi nueva preparatoria! Hoy en el almuerzo mi padre me dijo que el bachillerato donde iré será estatal y Anthony irá a una escuela primaria, el irá en autobús escolar y lamentablemente yo iré caminando. No sé cómo será un bachillerato estatal en Denver, pero espero que sea como en San Francisco, ahí tenía bastantes amigos, pero también habían bastardos sin futuro.
Lo malo fue que después del almuerzo mi hermano y mi padre empezaron a discutir, la verdad no se muy bien como empezó todo, pero me dio pena Anthony, el estaba llorando, mi padre le gritaba cosas cómo "Tienes que ser varonil", "Los chicos no lloran", "Los hombres vamos por el camino difícil" y más mierdas, siempre me pareció mal ese estereotipo, pero no puedo decir nada ya que la vida es así, y nunca cambiará.
Firma: Kylie M.
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La adolescente pelinegra estaba sentada en el borde de su cama, jugueteaba con el encendedor que compró ayer, lo encendía y apagaba repetidas veces, admiraba con pereza como la bella llama de fuego danzaba. Ella estaba aburrida, no tenía nada que hacer, o bueno, si tenía que hacer su tarea de literatura para mañana pero en ese momento no le entraban las ganas.
De pronto, dejo de apagar y encender el mechero, lo dejo encendido mientras observaba el fuego como un diamante costoso, una idea viajo a su cabeza, una un poco descabellada, que para otros era un simple pensamiento intrusivo el cual ignorarán, pero Margot empezó a considerar aquel pensamiento, total, ya lo había hecho muchas veces.
Acercó la llama ardiente a su brazo izquierdo, cada vez más y más, el fuego empezó a lastimar su piel, cerró sus ojos abruptamente tratando de calmar el pánico que le generaba, de vez en cuando soltaba unos quejidos de dolor, y cuando ya no pudo más...en un movimiento rápido alejó el encendedor de su brazo, posó sus ojos en su brazo, le había dejado una roncha, estaba bastante roja y ardía.
Sin pensarlo dos veces volvió a someterse al mismo proceso, le gustaba sentir ese dolor, ese sentimiento de adrenalina le era un recordatorio de que estaba viva y podía sentir.
Claramente está práctica no la iba a ayudar en nada, pero ha estado quemándose desde que tiene catorce años, la primera vez fue para experimentar, y luego se volvió una adicción, como una droga, y ahora en sus dieciséis, ella sabe que está mal, que no le va a ayudar en nada, pero hay algo en su cabeza que le dice "Quema tu piel". Y es inevitable para ella parar, ya es demasiado tarde ahora, pero pudo haber sido prevenible.
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Margot estaba cenando con su madre, estaban comiendo waffles recalentados, a Jane no le gustaba cocinar así que solo compraba el menú de restaurantes o snacks para el día.
Margot jugaba con su waffle, lo pinchaba con su tenedor con aburrimiento, ella tenía la mirada en blanco. Jane notó la actitud de su hija, hoy estaba muy indiferente que otras veces. Se sentía preocupada así que tomó la iniciativa para la conversación.
―Hija y... ¿Cómo te fue con tus amigas ayer? ¿Se divirtieron? ―Jane preguntó.
Ella dejo de pinchar su comida y miro a su madre por unos largos segundos, trataba de formular una respuesta pero su mente no le ayudaba.
