bleu noir

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Su cabeza es el objetivo de constantes punzadas agudas y retumbantes causando un ceño fruncido por el cansancio y el dolor. Su espalda tensa y rígida se curva ligeramente por el peso del día y sus pies se sienten calientes por el arduo trabajo ejecutado en la rutina.

Es de noche y Minjeong no es consciente de lo tarde que es. No se detiene a admirar la actividad de su alrededor —porque está demasiado perdida en sus pensamientos— pero en un pesado pestañeo nota que las calles están completamente solas más allá de su andar lento y los fugaces automóviles en la carretera.

No sabe si lo que siente es decepción o alivio una vez que puede capturar la fachada de su casa a la distancia. Está agotada por el violento día, la asfixiante semana y su cuerpo magullado que solo quiere dormir por 48 horas seguidas o el resto de la eternidad.

Atontada por lo rápido que se sintió el trayecto por estar sumida en sus pensamientos se detiene a buscar las llaves en los bolsillos de su pantalón. Las personas suelen tener lindos llaveros, grandes o pequeños, más de uno o solo uno, pero Minjeong... ella está bien con meter el puñado de llaves en la común argolla que todo el mundo conoce.

Un suspiro de alivio se escapa de sus labios cuando finalmente encuentra lo que necesita. Debido al silencio de la noche puede escuchar con claridad cómo el pestillo de la puerta se remueve para permitirle el paso hacia el interior. Al abrir la puerta es recibida con la oscuridad absoluta, sus padres deben estar durmiendo y... Vaya, ¿qué tenemos aquí?

Su pequeño cachorro —de pelo blanco enmarañado y rizado, ojos negros recién despertados y una pequeña cola revoltosa— la espera de pie sobre el tapete de bienvenida.

—Nurungji, pequeño ¿qué haces despierto a esta hora?

Pregunta al cerrar la puerta detrás de ella y agacharse a su altura, sabe que no puede hablar, pero sabe también que de algún modo puede entenderla porque recibe como respuesta torpes lamidas por todo su rostro.

Su tonto perro es una de las pocas razones por las que vale vivir, es lo que piensa cuando siente como se llena su frágil corazón.

—Debes estar hambriento después de dormir tanto —susurra para no despertar a sus padres—. Vamos, te daré de comer.

Minjeong se levanta para deshacerse del pesado bolso sobre sus hombros y dejarlo tirado sobre el sofá de la sala. Nurungji la persigue hacia la cocina y mira paciente cómo su plato es rellenado con las croquetas que suele comer.

—Ahí tienes, adelante.

Mientras lo ve comer decide llenar su propio estómago semivacío con un vaso de agua, ha olvidado cuándo fue la última vez que consumió algún líquido hidratante porque solo ha tenido consideración por seguir bebiendo cafeína en altas cantidades a pesar de que sabe lo perjudicial que es para su salud.

En ese momento del día —noche— Minjeong se permite sentirse como la escoria más grande del planeta. Le duele todo, hasta lo que ni siquiera existe físicamente, tiene sufrimiento de sobra y ahí está ella cargando con todo como si fuera alguna especie de ser inmortal.

A pesar de lo agotador que fue su día estudiando y soportando el caos para luego tener que trabajar durante extensas horas casi sin descanso, con el maltrato de sus pensamientos bombardeándola en los momentos más inesperados, ella no desea ingresar a su habitación para terminar recostándose sobre su cama con todo rastro de sueño desaparecido y probables largas horas de espera antes de que pueda dormir.

Prefiere mirar a su perro de expresiones tontas que la observa energético con torpes saltos en el proceso.

—¿Quieres dar un paseo amigo?

ANTES DE LA CAÍDA ๑ WINRINA OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora