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Santiago y Luciano salieron del colegio con dirección a la casa del rubio, Santiago.
Ambos son muy contrario no solo en personalidad, también en físico. Luciano, el menor, es un chico introvertido, no tan alto, un poco bronceado, tiene el cabello castaño con pequeños rulos los cuales caen por su frente, tiene sus ojos caídos de un color verde que transmite paz, en cambio; Santiago, el mayor, es un chico demasiado extrovertido, alto y gracias a eso juega en el equipo de basket de la escuela, tiene el cabello lacio y rubio con pequeños mechones ondulados casi rozando sus cejas, sus ojos son pequeños y de un color azul cristalino muy bonito.
Ya en la casa, almorzaron la pasta favorita de Santiago, fetuccini. Después de almorzar decidieron ir a la habitación del rubio.
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Apenas llegaron ambos se quitaron los zapatos y se sentaron en la orilla de la cama.
—¿Quieres escuchar música? —Preguntó el menor buscaba hacer contacto visual con el contrario.
—Claro, espérame traigo mis audífonos, ¿ok? —Aceptó el chico rubio mientras se levantaba de su cama a buscar sus audífonos.
—Sí, sí, acá te espero. —Contestó el chico de ojos verdes mientras mostraba una leve sonrisa.
Un rato después, Santiago estaba de vuelta con unos pequeños audífonos, los cuales estaba sacando de su diminuto estuche.
—Toma, Lu. —Habló el mayor mientras le prestaba un audífono a Luciano.
