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Los pequeños detalles alimentan el alma de felicidad, pero también saben a despedidas

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Los pequeños detalles alimentan el alma de felicidad, pero también saben a despedidas.


Bridget

El agua del lago estaba fresca y hoy al ser un día soleado me venía de maravilla.

Me acosté en el agua flotando a la deriva mientras mi cuerpo desnudo se relajaba y cerraba mis ojos.

Me sentía como en medio de las nubes, demasiado bien, relajada y feliz, tan feliz que en los últimos días no había tenido ni la mínima intención de ponerme a pensar en lo podría llegar a pasar, porque ya se me había hecho costumbre estar aquí con Morte, me sentía como en casa.

No podía contar el montón de veces en que me había hecho la misma pregunta ¿Cómo es que todo había cambiado?

Y no me quejo, es que me encantaba estar aquí, era como si todo a mi alrededor fuese perfecto, pero el sarcasmo de todo esto era que nada lo era, porque halla estaba la verdad, una verdad que había tratado de evadir a todo costo. Era la cruel realidad que podría consumirme en el rato menos esperado, y me aterraba demasiado.

Volví a levantarme en el agua, mene mi cabeza de un lado a otro sintiendo en mis oído agua, y observe a mi alrededor en busca de Morte, pero no se encontraba, aunque no me preocupaba seguramente había ido por un par de manzanas.

Jugué con el agua y nadé sumergiéndome como si estuviera en un lago de paraíso, ahora entendía por qué a él le gustaba tanto este lugar, y es que en verdad el lago era muy tranquilizador y relajante, podía estar aquí hasta que mi cuerpo se helara, pero aun así no me apetecería salir.

No recuerdo haber estado nunca en mi vida en algún lugar así, y una parte de mí siempre lo había deseado.

Amaba la naturaleza, la inspiración y paz que llegaba a transmitir.

Me arrastré hasta la orilla y me senté a una roca para exprimí el cabello, y escurrir el agua de mi cuerpo antes de regresar a la cabaña.

Mi mano se extendió hacia mi ropa para tenerla cerca, por si llegase a aparecer algún animal podría ponérmela rápido o salir con ella.

Mi mirada se fijó en el horizonte del lago, y fue inevitable no volver a pensar en lo que si, últimamente me atormentaba.

Nathan, es que no me podía sacar aquel nombre de mi mente, ni aquellos azules y electrizantes ojos.

Aún seguía despertándome agitada, y aterrada por aquellos sueños, que eran tan reales, llenándome de aquella sensación que eran recuerdos, y ya no me quedada duda, porque incluso a la luz del día mi mente lograba recordar cosas de él, y me atormentaba.

Quería averiguarlo, pero Morte no podía darme esas respuestas, y sabía que quienes si lo podrían dármelas eran mis padres, pero no me sentía lista para irme, y enfrentarles.

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