17~El regalo perfecto

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Sara:

Al llegar a casa Juan y Abril se fueron a su habitación y yo me dirigí con Raúl a la nuestra. Me moría de ganas de poder enseñarle ya el regalo que tenía para él, pero estaba el pobre cansadísimo y al igual que yo, solo nos apetecía dormir. Nicolás se encargó de dejar al animalito por el salón, para que fuera explorando un poco.

Me quité el vestido, los tacones y el maquillaje, me puse el pijama y me dejé caer sobre la cama. Raúl me observó, se colocó a mi lado y me acurruqué junto con él. Y así nos quedamos dormidos enseguida.

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Raúl:

Cuando me desperté por la mañana, lo primero que vi fue a Sara, quién me observaba con dulzura.

-Buenos días.

-Buenos días, mi vida -le contesté y seguidamente le di un beso.

Sara recostó su cabeza en mi pecho y yo pasé una de mis manos para acariciarte el pelo. A veces nos resultaba imposible acostarnos o levantarnos de la cama sin darnos alguna que otra caricia o una pequeña muestra de cariño.

-Tengo un regalo para ti -me dijo con cierta emoción.

-¿Sí?

Se levantó un poco y me miró a los ojos.

-Que no se te olvide que es tu cumpleaños. Te lo quería dar cuando llegamos, pero estábamos demasiado cansados y me pareció mejor dejarlo para ahora.

-No debías molestarte en hacerme un regalo porque el mejor regalo que se me ha hecho ha sido conocerte.

Sonrió ante aquello, y es que era cierto. La amaba, muchísimo, más de lo que una persona se pudiera llegar a imaginar, ya que lo nuestro fue muy rápido, como un romance de película.

-Me apetecía hacértelo. Tú solamente ven.

-Está bien -le contesté y ambos nos levantamos de la cama.

Sara me cogió de la mano y me guío hacia fuera de la habitación. Me fijé en que la puerta del cuarto de Abril y Juan estaba cerrada, seguirían durmiendo probablemente.

Bajamos las escaleras y fuimos hacia la gran puerta del salón.

-Vale, cierra los ojos y deja que te lleve hasta dentro.

Asentí con la cabeza e hice lo que me pedía.

-No los abras, eh.

-No los abro, no los abro.

Me cogió con delicadeza las manos y fue tirando de mí despacio. Cuando se paró, me soltó y noté que se alejaba un poco para luego regresar.

-Ya puedes abrir los ojos -me dijo con más ilusión que antes.

Así lo hice. Mis ojos no se creían lo que estaba viendo. Sara sostenía en brazos un precioso gatito negro de ojos verdes.

-No sé que decir -fue lo único que salió de mi boca, todo sin poder ocultar la emoción en mi rostro.

Sara sonrió y me tendió al gato. Lo cogí y este empezó a olisquearme. Lo acaricié y debió de gustarle, pues apoyó su cabecita en mi cuerpo cuando lo abracé.

♡᯾𝘋𝘪𝘮𝘦𝘭𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘣𝘦𝘴𝘰᯾♡ Biyinplay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora