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La sociedad presentada aquí está medio podrida. Se hace diferencia entre omegas mujeres y omegas hombres, siendo estos últimos los más despreciados y con menos privilegios. Las cosas se irán explicando capítulo a capítulo, para que no desesperen. 


[...]

Mi hombre mayor es un hombre malo, pero...

Seungmin despertó por la luz del sol pegando en sus ojos.

Soltó un quejido bajo, fastidiado al ser despertado a esas alturas y volteándose para así acurrucarse contra Chan, pero notó que la cama estaba vacía. Volvió a quejarse, ahora por el dolor en su cadera, sus muslos pegajosos y sucios, y no tardó mucho en parpadear, tratando de acostumbrarse a la iluminación suave del lugar.

Se fijó, entonces, en una nota sobre la almohada a su lado.

Estuviste magnífico anoche, mi amor.

Te devolví la tarjeta. Pórtate bien si esperas que no te la quite otra vez.

Cómprate algo lindo si lo deseas. Te quiero ver más tarde en mi oficina.

BC.

Resopló, enderezándose, y la sábana de seda se deslizó hacia abajo por su estilizado e impecable cuerpo, mostrando una cintura delgada, unos muslos llenos de mordidas y un redondo, pero pequeño trasero.

La puerta fue tocada y un rostro joven se asomó.

―Omega Bang―dijo Félix, con su cara avergonzada al verlo desnudo, y bajó la vista―, he recibido órdenes de acompañarlo en su día de compras.

Hizo un leve mohín al escuchar el apodo. Todos en esa mansión le conocían, desde hace dos años, como Omega Bang, aunque no hubiera ninguna marca en su cuello. Aunque su verdadero apellido fuera Kim.

Pero todos allí sabían que, de alguna forma, le pertenecía a Bang Chan. Incluso Seungmin lo sabía, a pesar de que la idea todavía no le convencía por completo.

Sin embargo, daba lo mismo. A esas alturas, luego de dos años, ¿qué importaba? Chan le pagaba muy bien todos los servicios que hacía por él, pues simplemente era eso: Seungmin se prostituía por el dinero de Chan.

―¿Me esperas, Lix? ―dijo Seungmin, sonriendo medio amodorrado por el sueño―. Voy a bañarme y a tomar desayuno. Luego podemos salir.

Félix sonrió.

―No se apresure, puedo esperar ―afirmó Félix, saliendo de la habitación y dejándole solo. Seungmin se puso de pie, haciendo una mueca por el leve dolor en su cadera.

Una vez entró al baño, miró su reflejo: dios, Chan se puso demasiado salvaje esa noche. Tenía chupetones y mordidas por todo el cuello, al igual que en sus muslos, marcas en sus caderas por el agarre, y su pobre culo...

Chan le azotó veinte veces, sin compasión alguna, hasta que fue un desastre lloroso y suplicante.

Se estiró, murmurando maldiciones y pensando que no debía hacer rabiar más al alfa aunque, en el fondo, sabía que lo seguiría haciendo más adelante. Seungmin adoraba desafiarlo, a pesar de que después se lo cobrara en el sexo.

No importaba tampoco. A Seungmin le gustaba el sexo duro, sucio, que le dejaba adolorido por todas partes.

Pero había algo que no le gustaba, y era que Chan le quitara la tarjeta de crédito, como hizo esa última semana. Seungmin tuvo que mendigarle casi todos los días para que le diera dinero y poder darse sus lujos a los que ya estaba acostumbrado. Sin ir más lejos, en muchos almuerzos tuvo que arrodillarse bajo la mesa, comerse su polla y tragarse su semen, esperando que ese día si le devolviera su tarjetita, pero obteniendo sólo unos billetes a cambio.

Made In Gold-[Chanmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora