Parte 1

32 4 0
                                    

A la mañana siguiente, en el hogar todo era silencio. Por lo que vi, fui la primera en despertar, así que me dirigí hacia la parte trasera de la cabaña, hacia el balcón que daba a las vistas del lago y las montañas, con una taza de café caliente entre mis manos y una suave manta de borrego que encontré encima del sofá que se encontraba en la terraza. Me acomodé y entrelazando me con la manta hasta quedar hundida en ella, empecé a dar pequeños sorbos al café mientras la tranquilidad y el sonido de la naturaleza en su amanecer hacia que mis pensamientos volasen y en mi mente solo quedara un gran vacío y tranquilidad. Por minutos, aquello hizo que no recordase nada de lo que me ocurrió la noche anterior, pues la verdad, lo agradecía muchísimo, ya que aun quedaba una pequeña espina clavada en mi pecho de culpabilidad por lo sucedido.

Pronto como el sol empezó a asomarse por las montañas lejanas, pude escuchar hablar dentro de la casa. Lo que me hizo recordar que no me encontraba sola.

—Muy buenos días señora madrugadora - me dijo Sam mientras bostezaba. — ¿Como es que ya estás levantada? Precisamente tú tendrías que estar descansando ...– dijo haciéndose un hueco a mi lado y tapándose con parte de la manta que le ofrecí.

— La verdad es que me levanté cuando estaba por amanecer... - dije dando seguidamente unos sorbos al café el cual se estaba poniendo frío.
— ¿ Enserio? Osea has visto el amanecer.... ¿ de verdad? - dijo agarrando mi taza para intentar darle un sorbo a mi café.
— Si. Además que a sido maravilloso... y por cierto, esta ya frío- terminé por decirle levantándome mientras observaba como iba a dar un sorbo al cafe que terminé cediéndole.
—Ash es cierto...
—Voy dentro para tomar un baño y cambiarme, no quiero molestaros mas a Brian y a ti, por lo que se vio anoche... esto estaba preparado para otras cositas...- le dije asomando mi cabeza por el umbral de la puerta alzando las cejas de arriba a bajo con voz picara y una risa burlona.
— Chica... ¿que crees que no lo aprovechamos anoche, ehh?- me respondió ella con el mismo tono he imitando el gesto que yo le hice. - PORFAA TRAEME OTRA TAZA ANT...- escuché que me decía pero yo ya estaba subiendo el penúltimo escalón de las escaleras, dirección a mi cuarto.

Nada mas entrar, vi que Rosé no estaba, y cuando me dirigía hacia la puerta del baño la cual se encontraba un poco mas que entre abierta, pude ver a través del cristal con absoluta claridad a Rosé. Estaba duchándose. Completamente desnuda ( como, por otra parte, es natural si una se está duchando). Creo que lo que sentí en aquel momento no fue exactamente una impresión erótica– aunque también –, sino estética.
Rosie estaba preciosa desnuda, con el pelo revuelto y el agua acariciándole la piel. Parecía, no sé, un hada, una ninfa mitológica, una estatua de mármol perfectamente esculpida bajo el surtidor de una fuente. Podría haber estado horas mirándola, para que negarlo, aunque horas me parecieron los escasos minutos que permanecí allí, frente a su reflejo en el espejo, contemplando su resplandeciente desnudez, pero por fortuna no tardé en recobrar el juicio. Si Sam o Brien me descubrían haciendo lo que estaba haciendo... mejor ni pensarlo.

Con sumo cuidado, me retire muy lentamente de la puerta, andando de espaldas hasta estar lo suficientemente lejos del baño, como para poder salir nuevamente de la habitación.
Bajé lentamente por las escaleras, como si no hubiera pasado nada, porque haber, no pasó nada...

Pero sentía que me ardían las mejillas. Dejando de lado nuestra suma confianza, era la primera vez que la veía desnuda después de varios años. Y siendo completamente sincera, no podía quitarme esa imagen de la cabeza, como si las doradas curvas de Rosé poseyeran una cualidad magnética que me impidiera apartarlas de la mente. Tan alterada estaba que di un brinco cuando note una mano posarse en mi hombro derecho.

— ¡Sam!- exclamé con voz demasiado alta y aguada.
— Lis ¿ estas bien? te veo... anonadada...
— Sisi estoy bien, ¿ querías algo?- pregunté; estaba hecha un manojo de nervios.
Sam me miró con curiosidad.
—¿De verdad que no te pasa nada?- preguntó.
—No, que va. Estoy muy bien, fenomenal, perfectamente. ¿ Por qué lo dices?
—No sé, pareces... acalorada...
— Será por el café, o porque ya mi cuerpo vuelve a su temperatura normal. Bueno ¿ querías algo o solo sorprenderme?
Sam dudó un instante. Luego, se cruzó de brazos y me señaló detrás de mi la cafetera.
— Pues venia a por el cafe que- te- pedí ...- haciendo énfasis a esas tres ultimas palabras.

Cogí la cafetera, una taza, serví media taza de café con dos azucarillos y se la entregué.
— Toma, este aun esta caliente, espero que este de su agrado. ¿ Algo más?
— No...- entrecerró los ojos-.¿Lis... seguro que te sientes bien?
— Como una Rose, digo Rosa- respondí-. Gracias por tu preocupación. Hasta luego.
Dije saliendo a pasos ligero de la cocina y volviendo a subir las escaleras , esta vez de dos en dos lo mas rápido que podía, enjuagando con la manga de mi sudadera el sudor que me perlaba la frente, rezando por mo encontrarme con Rosé en la habitación.
Por suerte, Rosé ya no se encontraba allí, así pues, me senté en el borde de la cama. Intenté tranquilizarme. Me sentía pillada en falta, como si Sam o Brian o incluso la misma Rosé supieran que había estado espiándola. Pero claramente, eso era fruto de mi imaginación, pensé, nadie me había visto y lo mejor que podía hacer era dejar de darle vueltas al asunto.

Respire hondo varias veces y sacudí mi cabeza otras tantas para espantar el recuerdo del ( maravilloso) cuerpo de mi mejor amiga. Al cabo de un buen rato, cuando recuperé mi temperatura normal, me acordé que iba a darme un baño, así que alisté lo necesario y me tomé un relajado baño donde anteriormente se encontraba Ros...– por dios ya basta, fuera de mi cabeza.– dije golpeándome la cabeza con mis manos.

                                        ****

Al cabo de un largo rato, me dispuse a bajar a la sala, donde se escuchaban a los demás reír y hablar. Brian al verme se levantó y se dirigió a la cocina mirándome de un modo... como diría, juzgándome, y quizás solo fue mi impresión.

— Lisa por fin bajas, te quedaste dormida en la ducha o qué- me dijo Sam entre carcajadas y acomodando un lugar a su lado, Rosé estaba sentada en el sofa de al lado, la cual no me dijo nada, cosa, que también me extrañó.

—Hombre Lalisa, me alegro de verte por fin bien y recuperada del todo. Anda, ven un momento conmigo, que quiero comentarte una cosa.

Brian me condujo a la cocina, se detuvo junto a la encimera colocándose frente a mi, y me miró sonriente, saludando a la misma vez a las chicas que nos miraban.

— Supongo que te ha extrañado que te atraiga hasta aquí verdad...- dijo, haciendo como si estuviese cogiendo algo de la encimera. Es normal, no nos conocemos mucho, solo de varias veces que hemos coincidido en las quedadas, pero oye me caes genial Lalisa Manobal, enserio, joder y lo de anoche, tia fue acojonante, de verdad que creíamos que te perdíamos ehh, ya ni contarte Rosé, no le dio un infarto de milagro.
Sabes, a mi tampoco me cae bien ese tipo ¿ sabes?, – dijo de repente – hace unos meses quiso sacarme a Sam, menudo tipejo. Se que allí arriba pasó algo antes de que cayeras ... Rosé nos comentó algo de camino que fuimos a buscarte, y luego en la casa mientras te dabas el baño... ahh no eso fue antes, no eras tu, tu estabas en el balcón son Sam, cierto....

— Oye Brian... ¿ adonde quieres llegar con esto?- le dije, reprimiendo a duras penas una risita sardónica.
—Vale vale... a ver, siempre he pensado- prosiguió el— que hay que ser comprensivo con las debilidades ajenas. Por ejemplo, comprendo perfectamente que esta mañana te quedaras espiando a Rosé mientras se duchaba. -

Me puse roja como un tomate y empecé a farfullar intentando rebatir esa "acusación ", sin encontrar las palabras adecuadas para hacerlo.

— Tranquila Lalisa, sera nuestro secreto, no intentes negarlo. Ademas, es obvio que te gusta, solo ten un par y díselo de una vez, pero no la espíes.... eso queda mal...- hizo una pausa- Quizás ella...- se calló en seco cuando vio a Sam acercándose.

— Que hacéis aquí los dos ehh, ¿ secretitos de estado? - dijo entrecerrando los ojos y mostrando una risilla picara.

— Solo le decía a Lalisa que me alegro mucho de que ya se encuentre mucho mejor , y que ayer nos dio un buen susto, nada mas cariño- respondió Brian dandole un pico a Sam, y saliendo de la cocina dirección al sofá donde se encontraba Rose observándonos, pero antes de llegar, justo se dio la vuelta y me guiñó un ojo haciendo señas hacia Rose. Haciéndome saber que me cedía su sitio para que me sentara al lado de ella.

Sam simplemente cogió una botella de vino que guardaba en una nevera especial para mantenerlo a la temperatura ideal, y se volvió al sofa junto con Brian. Y yo me quedé allí, de pie en medio del pasillo de la cocina abierta y el salón, sintiéndome pillada completamente en falta. Cuando a mi mente vino aquella frase sin terminar...–quizas ella...- ¿¡quizás ella qué?!

NUESTRA ÚLTIMA PRIMERA VEZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora