Era viernes por la tarde, se estaban despidiendo pues no se vería en algunas semanas por las vacaciones entonces decidieron hacer una reunión en la casa de su amiga. La reunión sería en la segunda semana de vacaciones.
La chica se iba ya pero uno de sus amigos la detuvo.
-Oye, te acompaño?
-No, esta bien, me iré directo a mi casa.
-Como quieras, nos vemos en una semana.
Ella solo le sonrió, realmente estaba confundida, le trataba bonito pero antes también trataba así a otra chica,
"él está siendo amable solamente, como lo es con todas..."
Sacudió su cabeza, odiaba pensar esas cosas que solo le hacian dudar de su amistad.
Tantos sentimientos guardados, tantas palabras atoradas en su garganta, tantos pensamientos fieles y comprometedores que tal vez solo sean imaginación, porque estaba confundida, no aclaraba sus sentimientos hacia él pero seguía firme a que no quería que fueran más que una amistad.
Para ella, una relación era muy bonita y todo, pero no era lo que quería en ese momento, le gustaba más la idea de tener un amigo cercano y de mucha, mucha confianza y claro, sin compromiso. Pero era algo difícil de encontrar, según ella, pero realmente, ya tenía a ese amigo.
Y él, él era como un misterio pero estaba claro que le gustaba tener la atención de muchas, de todas, sin importar que se peleen por él o los cuantos corazones que podía romper. Pero con ella estaba claro, su relación con ella estaba clara y tiene límites, límites que el mismo impuso, para, supongamos, que ella no sea una del montón, para que ella fuera su amiga, su mejor amiga.
Es reservado con sus pensamientos y sentimientos pero ya quiere marcar su lugar, quiere decirle a ella que es suya, necesita dejar fluir esas ganas irresistibles que le tiene a la chica y que sabe que ella también tiene.
La primera semana había pasado muy lento, empezaba a extrañar a su amiga. Se hablaban poco por mensaje, más que todo, se compartían videos, pero era cada vez más aburrido, solo necesita verla, verla y así llevar a cabo todo eso que tenía en mente...
Llego el día de la fiesta, estaban ya llegando todos, la familia de la chica había preparado unas comidas y bocadillos para asegurarse de que la pasen bien, ella muy feliz recibía a sus amigos.
-Hey, ¿cómo estás? ‐saludo él, sonriendo.
-Bien, estoy feliz de tenerlos aquí.
-Me alegra, todos la están pasando bien, pero -se acercó un poco a ella, sintiendo su respiración cerca- creo que tu y yo podríamos pasarla mejor... -volvió a su postura, viendo a la chica desde arriba- Claro, si quieres.
Sonrió de lado y se echo a caminar, con su estilo demandante y orgulloso, la chica solo se quedó ahí, admirando su espalda y pensando en las palabras que había dicho el dueño de gran parte de sus fantasías. Sonrió y pasó dos de sus dedos por sus labios, se había emocionado, lo suficiente para empezar a buscar la manera de quedar solos.
Habían pasado algunas horas, las miradas se intensificaban al igual que las ganas de parte de ambos, entonces, una idea hizo presencia.
-Vayamos al patio, mi papá lo arreglo hace unos días para pasar las tardes ahí.
-Me parece buena idea, ya hace algo de calor -mencionó su amiga.
La chica miró al más alto y éste solo rió divertido. La mayoría estaba fuera, en la sala quedaban los dos amigos y un tercero que empezaba a ser cada vez más molesto.