El turno de ambos por fin había concluido. Lo sabían sin tener algún tipo de reloj o tempotizador. Con solo ver a lo lejos a Spencer y Tara, sabían que ya era tiempo de descansar.
Cuando los turnantes de vigilancia llegaron a la entrada de Alexandria, los saludaron y subieron a sus puestos correspondientes. Daryl y Carol en cambio bajaron de dónde estaban y se despidieron de ambos jóvenes.
...
Una sensación parecida al hormigueo repasó por todo el cuerpo del uno y el otro. Muchas sensaciones distintas retomaron las mentes y conciencias de ambos.
Por un lado, Daryl se sintió un poco,... raro al decir esto.
Al decir: "Me tienes a mí".
No pudo explicarse muy bien a sí mismo que estaba sintiendo en aquel momento. El sureño no era de esas personas que solían meterse en sus pensamientos y sentimientos por mucho tiempo. No es como si tuviese mucho de que pensar, según él. Pero ahora, no sabía. No sabía que sentía, no sabía que era esa sensación que perceptía en ese momento, en ese instante. Solo sabía que era algo que lo hacía sentir bien de alguna manera.
Mas Carol solo sintió una oleada de paz y emoción dentró de sí inmediatamente. Unas lágrimas más se le escaparon de sus dulces y cristalinos ojos. La tranquilidad que sentía en aquel momento era inquebrantable e imcomparable a cualquier otra vez en la que pudiese haberse sentido serena.
A comparación de Daryl, ella sí sabía lo que estaba experimentando en aquel momento, y lo sabía de sobrado. Era inevitable para ella querer abrazarlo una vez más, y nunca soltarse de sus brazos. La compañia del ballestero era lo único que necesitaba para hacer que sus problemas no la afectaran tanto. Su tan sola compañía le transmitía una parsimonia única.
Las palabras no eran necesarias, pues con solo intercambiar miradas les bastaban.
Daryl se acercó una vez más a Carol y limpió las lágrimas que salían de aquellos critalinos y preciosos ojos. Intercambiaron otro abrazo, pero este tenía una agarre más fuerte que el anterior, como si soltarse los fuera a matar. Para ambos, duró una enternidad, aunque la realidad era que solo había pasado un minuto desde que habían estado así.
Se separaron e intercambiaron una corta y sincera sonrisa, para que luego ojiazul se retirara y volviera a su puesto de vigilancia.
...
La brisa de la noche golpeaba el rostro de los dos, en el trayecto a sus respectivos hogares.
El camino había sido silencioso, pero no incómodo. Una que otra vez intercambiaban miradas y sonreían al hacerlo.
Mientras continuaban moviéndose, Carol sacó un cigarillo de esa cajetilla que tenía y lo encendió con su mechero. Daryl al notar eso, no dijo nada al respecto, no obstante, solo se quedó mirando el suelo.
Después de un par de minutos, llegaron a la casa del sureño. Este se acercó a las escaleras de su vivienda y se despidió de la pelicana, quien también hizo lo mismo con una amplia sonrisa.
Al adentrarse dentro en su hogar, se dispuso a entrar a su habitación para poder vestirse adecuadamente y dormir de una merecida vez; pero, al momento de hacer esto, se acordó de que no estaba solo.
Jesús.
El extraño con el que se había topado con Rick hace escasos días atrás y al cual lo habían mantenido en cautiverio en su casa.
Bajó a su cocina y preparó una pequeña cena para él, y otra aparte, para el 'invitado', como lo había apodado Abraham.
Al finalizar, subió sus escaleras e ingresó en una habitación que tenía al lado de la suya, en donde estaba Rovia atado. Lo encontró intentando deshacerse de la atadura que tenía en las muñecas y soltó una corta carcajada para luego ponerse arísco una vez más.
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The Smoke [Carol & Daryl] TWD
FanfictionEl cigarrillo, su mortificación; él, su adoración. Cuanto más asesine, más ética perderá. Tonto, ¿verdad? Para ella no. Era su cruda realidad.