Parte única

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Años de trabajar en la cocina de un restaurante le han acostumbrado a estar rodeado de personas, envuelto entre órdenes y gritos desordenados que vienen de acá para allá mientras se concentra en su propio trabajo. El ruido está lejos de ser un problema para él e incluso al abandonar el Baratie una de sus mayores preocupaciones era sobre cuanto extrañaría el bullicio al que se había acostumbrado, siendo ya parte de su día a día y cuan diferente sería todo al integrarse en una tripulación tan pequeña.

Sus temores no duraron más que un par de minutos después de zarpar.

Gustaba del alboroto y del descontrol, ambos son parte de su rutina y con ello se acopló rápidamente a la tripulación de Luffy. El alboroto rutinario no le dejaba sentir en gran medida la ausencia de su antiguo hogar ahora que estaba formado otro y la compañía de una dama tan encantadora como lo era la señorita Nami lograba que todo fuese mucho mejor. Entonces los meses pasaron en un parpadeo y todos se acostumbraron a la presencia del otro, hasta la compañía del Marimo le resultaba agradable cuando no se comportaba como un idiota, lo que suele ocurrir con poca frecuencia.

Aun así y con todo lo bueno, es capaz de agradecer el momento en que todos se van a descansar, permitiéndole un instante de reparadora soledad.

Tanto al inicio como al final del día son solo su cocina y él. Está feliz con ello.

Su cocina es su santuario, su lugar de trabajo y él el propietario de dicho espacio. Esta es una regla no establecida, pero sí entendida por todos en el barco, que incluso Luffy pese a gustar de hurgar entre la comida, tienden a respetar. Las sartenes, especias y utensilios; todo tiene un orden, un uso y espacio del que no deben ser sacados; sobre la comida es un asunto más relajado, ya que al final solo vigila que su capitán no se acabe las provisiones.

Encontrándose en perfecta soledad mientras friega los platos se permite reflexionar sobre lo mucho que ha cambiado su vida en un corto periodo de tiempo. Hace unos pocos meses estaba sirviendo mesas en el Baratie mientras trataba de no arrancarles la cabeza a Patty y Carne, ahora se encuentra en medio de un problema político de un país del que sabe demasiado poco con una encantadora princesa a bordo de un barco pirata cuyo capitán es un tipo de goma.

Son cosas que deberían sorprenderle, pero con una infancia como la suya y criado por una banda de ex piratas es consciente de que existen cosas más locas en este mundo.

No, su problema actual no tiene nada que ver con la guerra que se orquesta en Arabasta, su capitán, un reno que habla o que el mismo es parte de una tripulación poco usual, sino que todo se reduce a que ahora mismo hay un tipo durmiendo en su recámara.

Específicamente en su hamaca.

Un tipo al cual la palabra caliente le describe en más de un sentido.

Sanji sabe que le gustan las mujeres, está convencido de que las ama, las adora e incluso las venera. Para él, las mujeres son esa gracia en tierra dada por algún piadoso dios y él ha sido su delegado divino para apreciarlas. Pero nada de lo anterior quita que el hermano mayor de Luffy lo haga replantearse más cosas de las que le gustaría.

En un momento estaba sirviéndoles una bebida refrescante a las preciosas señoritas que ocupan el barco, llenándolas de bien merecidos elogios y al siguiente estaba preguntándose por qué su corazón pareció querer saltar de su pecho por un breve momento cuando aquel hombre con la cara llena de pecas y ojos oscuros encendió su cigarrillo.

Sanji simplemente no entiende.

O tal vez no está dispuesto a darle un nombre, al menos no por el momento.

Lo primordial es ordenar su cabeza.

Hay muchas cosas que replantearse sobre sí mismo en esta nueva situación sobre su vida, cosas para las que Zeff nunca lo preparo porque aparentemente el viejo tenía la misma fibra amorosa de un crustáceo, por lo que solo se puede guiar de lo que ha visto en las diferentes etapas de su vida.

Something in the way he woos me; AceSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora