Mientras me ducho pienso en Matt.
¿Cómo me voy a marchar de Venecia dentro de unas horas y lo voy a dejar aqui? No quiero..., no me apetece separarme de el.Una vez que salgo del baño, veo que el aún no ha regresado.
Pero ¿adónde ha ido a recoger la prensa?
Estoy sonriendo al pensar en el cuando me suena el teléfono.
Es Gyuvin de nuevo.
—A ver, ¿qué se te ha olvidado decirme? —pregunto después de cogerlo.
Según comienza a hablar, mi rostro se descompone.
Lo que Gyuvin me cuenta no me hace ninguna gracia y, cuando veo que la puerta de la habitación se abre y entra Matt, indico dirigiéndome a mi amigo:
—Luego te llamo.
En cuanto cuelgo veo que el me mira. Yo espero que diga algo, pero entonces suelta dejando los periódicos sobre la cama:
—¡Hoy hace un día espectacular para sonreír!
Asiento. ¿En serio es eso lo que piensa decir?
—¿Ya me estás vacilado? —inquiero molesto.
El niega con la cabeza.
—No. Pero cuando lo desees puedo hacerlo.
Lo miro, el a mí, y le hago saber lo enfadado que estoy.
—¿Por qué no me has dicho lo que ocurría con tu hermano Hanbin?
—pregunto.Veo que suspira, luego toma aire y responde:
—Te lo dije una vez: lo que tú tengas con mi hermano y su empresa es una cosa, y esto nuestro es otra. Y si no te he dicho nada ha sido porqu...
—Por todos los santos, Matt... — lo corto -. Pero ¿de qué estás hablando? Sabes que a tu hermano le falla uno de su equipo y tú pretendes reemplazarlo.
El asiente con una calma que me enferma y luego afirma:
—Así es. Y antes de que digas nada, recuerda: ¡yo también soy especialista!
Me doy la vuelta y cojo mi ropa. Comienzo a vestirme mientras recuerdo las escenas que aún faltan por rodar.
—No vas a participar en las escenas de riesgo —siseo—. ¡Me niego!
Oír eso no le gusta. Lo veo en su gesto.
—Me da igual lo que tú digas —suelta acercándose—. Mi hermano necesita que lo ayude y lo haré.
—Pero, Matty...
—Jiwoong—me corta—. Si lo que Hanbin me pide me pareciera una locura, créeme que sería el primero en verlo así. Pero tanto él como tú me necesitáis. El, como parte de su equipo, y tú como parte del equipo que contrataste con mi hermano.
Me muevo de un lado a otro mientras niego con la cabeza y, de pronto, al recordar algo, protesto:
—Una condición que te puse era que no quería que te pusieras en peligro innecesariamente.
—Venga, no me jodas. Hablabas de mi trabajo.
—Hablaba de la vida en general —apostillo enfadado.
Matt hace una mueca.
—A ver, Jiwoong..., tirarse por un puente, fingir una pelea con los geos o llevar a cabo una persecución en moto por un campo no es ponerse en peligro.
«¡¿Qué?! ¿He oído que eso no es ponerse en peligro? Pero ¿este hombre en qué mundo vive?»
Y, mirándolo, pregunto:
—Si eso no es ponerse en peligro innecesariamente para ti, ¿qué lo es?
Matt me mira y no contesta. Sé que piensa en lo que le he dicho.
—Quizá si no hubierais incluido en su contrato esa puñetera cláusula de tener que devolveros el tripe del dinero cobrado mi hermano no habría recurrido a mí... —contesta al cabo—, pero ¿cómo se os ocurre hacerle firmar eso?
—Esto es trabajo, Matt— respondo muy serio-. Y si le ofrecimos a tu hermano un contrato especial por un importe mucho mayor de lo que suelen cobrar los especialistas fue porque lo necesitábamos... Si el lo aceptó, no es problema mío.
Veo que el asiente y luego suelta
—Pues como no es problema tuyo y mi hermano no va a incumplir esa cláusula, mantén tu puta boca cerrada y deja que haga el trabajo por el que lo contrataste.
Los dos tenemos la vista clavada en el otro. Por su tono sé que ahora está en plan «Hollywood».
—No me hables así —murmuro.
—Te hablo como tú me estás hablando a mí —replica.
La lucha de miradas continúa.
-Vaya... — musito al cabo —, ya está aquí Hollywood.
Según digo eso, Matt se da la vuelta y sisea:
—Eres un capullo.
Cuando entra en el baño voy tras el. Esta conversación no se termina aquí. Y, volviéndose de nuevo, dice:
—Te guste o no, voy a ayudar a mi hermano.
—No lo harás.
—Lo haré. Claro que lo haré. Tú no eres nadie para decidir por mí, ¿te queda claro? —sentencia.
Nos miramos. Sé que a partir de este instante tengo todas las de perder. El hará lo que quiera. En el contrato solo figura el nombre de Hanbin, no los del resto del equipo.
—Si te parece bien —añade Matt—, mi Bicho y yo volaremos contigo a España en tu avión privado. Si te parece mal, dímelo para que pueda llamar al aeropuerto y buscarme un billete para mí y un hueco para mi moto.
Me enferma el modo en que me reta. Tengo ante mí al Matt que sabe sacarme de mis casillas. A el Matt que no sabe parar cuando se enfada.
—Claro que puedes volar conmigo —afirmo.
El asiente, luego abre el grifo de la ducha e indica:
—Volaremos juntos, pero una vez que lleguemos a Madrid tú te irás por tu lado y yo por el mío. Ya hablaremos cuando estemos más tranquilos.
Sigue calentándome, sigue poniendo piedras en nuestro camino. Y sentencia:
—Y ahora voy a ducharme y quiero intimidad. ¿Puede ser?
Tomo aire, es lo mejor que puedo hacer, y sin responder doy media vuelta y cierro la puerta.
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Sorry! Ayer tenía que haber subido capítulo, pero me encontraba fatal y se me fue de la cabeza.
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Si hay que perder el miedo a algo, que sea al miedo. MATTWOONG
FanfictionMatthew, ama su trabajo, pero por experiencia sabe que si tiene pareja puede hacerlo sufrir. Jiwoong, el cual después de la muerte de su esposa se cerró en banda al amor. El destino los unirá, y aunque son muy diferentes se atraerán de tal manera q...