• C A P Í T U L O Ⅲ •

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Kairy trataba de averiguar si la imagen que observaba a través de la escotilla del camarote era real o se había vuelto definitivamente loca

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Kairy trataba de averiguar si la imagen que observaba a través de la escotilla del camarote era real o se había vuelto definitivamente loca. A su lado estaba Shiro, su amigo más preciado y a quien juraría haber perdido en una encarnizada batalla con Neerham, un ejército de despiadados soldados cuya existencia desconocía hasta hace unas horas. Si quería vivir aventuras, desde luego que lo estaba consiguiendo.

De modo que allí se encontraba, absorta por las vistas de la escotilla, que le revelaban, por muy loco que pareciese, el fondo del mar. Se preguntó por un instante cómo era posible que desde una ventana tan pequeña pudiera verse una imagen tan inmensa. También pensó en Vhinz, ojalá pudiera ver lo mismo que ella estaba viendo.

La habitación no era muy acogedora. Estaba repleta de polvo y restos de lo que parecía ser ron. En el centro se situaba una mesa de madera antigua, acompañada de unas sillas en las que no convenía sentarse.

Se habían sumergido hacía un largo rato, casi arrastrados por la tripulación de aquel viejo cascarrabias. Desde entonces solo cruzaron un par de palabras.

En la habitación se encontraba también la segunda oficial, cuyo nombre aún desconocía, y el joven irracionalmente aterrador que le había salvado la vida.

Kairy acarició a Shiro agradecida mientras este dormitaba a pierna suelta, como si nada.

La segunda oficial fue la primera en romper el silencio. Se había fijado en lo ensimismada que estaba su invitada ante las vistas que se le ofrecían, y sonrió al evocar la primera vez que ella misma había apreciado ese paisaje.

—¿Verdad que es hermoso?

Kairy se sobresaltó. No esperaba mantener una conversación, pero esa mujer era la única que le inspiraba un mínimo de confianza, y dadas las circunstancias, no tenía a nadie más con quien hablar.

—Sí, sí que lo es —. Respondió, sin apartar la mirada de la escotilla — ¿Cómo es posible que un barco se sumerja con todos sus tripulantes a bordo, y que a nadie le parezca raro?

La mujer le dedicó una sonrisa divertida.

—Aquí todos conocemos a este barco, nos ha dado muchas alegrías, y ten por seguro que no volverás a ver un barco sumergirse a lo largo de todo Sarumy —respondió con orgullo.

La mujer le contó a Kairy con todo detalle cómo funcionaba el mecanismo de Mi Rubia. Ella escuchó incrédula cómo le narraba acerca del gran poder de la raza Sottum, y la manera en la que se podía emplear para hacer que el barco se sumergiera sin recibir ningún daño.

Le habló de Maktra, una criatura marina que acudía a la llamada de esta raza en cualquier lugar en el que se encontrasen. Ningún Sottum había usado nunca a Maktra para hacer que su barco se hundiese, hasta que llegó Grandal para poner patas arriba las costumbres de su propia especie.

SarumyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora