SET DE GRABACIÓN
Yo, Mara, con mi uniforme de mucama, me encontraba en el fondo del set, mientras me maquillaba resaltando la sensualidad que buscábamos para el personaje.
A mis 17 años, esta oportunidad de participar en el proyecto significaba más que simplemente un papel.
Vestida con el traje meticulosamente diseñado para resaltar mis curvas, abracé la sensualidad que el personaje demandaba, cada pliegue y detalle del vestuario contribuyendo a la autenticidad de la escena.
Con los diálogos del guión ya dominados, me acerqué al rincón del set para esperar mi entrada en la actuación, donde las palabras de Enzo resonaban en mi mente, recordándome que este era un desafío que podía abordar con confianza y entrega.
Cuando el director, Carlos, dio la señal, crucé el umbral con la bandeja en mano, interpretando el papel de la sirvienta con una mezcla cuidada de sumisión y provocación, consciente de cómo cada gesto y expresión contribuía al desarrollo de la escena.
Observé con detalle a Enzo y Sofía compartiendo el espacio, sus miradas encendiéndose, creando la chispa de la tensión actoral que estábamos buscando.
—Te amo tanto, Sofía —le susurraba Enzo, su voz cargada de deseo simulado.
—Yo te amo más —respondía Sofía, acercándose a sus labios con una expresión de amor fingido.
Mientras tanto, estaba allí, observando la escena con una mezcla de curiosidad y pesar, sumergida en la actuación y en la dinámica que se estaba desarrollando.
—Mara, acércate más, con la bandeja firme —ordenaba Carlos, indicándome mi entrada definitiva en la escena.
Con la bandeja en mano, me aproximé, consciente de que mi personaje estaba a punto de alterar la dinámica. Enzo desvió su mirada hacia mí, la chispa en sus ojos revelando el inicio de la complicidad ficticia.
—Te presento a nuestra nueva sirvienta —introdujo el personaje de Enzo, una sonrisa traviesa jugando en sus labios.
La cámara profesional enfocó mi cara.
—Mucho gusto —dije, inclinando la cabeza con una coquetería ensayada, permitiendo que la conexión entre los personajes se desplegara sutilmente.
—¿Qué pasó con María, amor?—Sofía le preguntaba a Enzo mientras se movía más cerca de él.
—Se mudó, ya estaba muy grande para limpiar, Mara tiene una energía más...—Enzo miró al techo pensando, un pequeño detalle que agregó autenticidad al momento.
Al parecer, se le olvidaron las líneas.
—Juvenil.—exclamó Enzo mirándome, con una complicidad que desdibujaba la línea entre la ficción y la realidad.
El director, atento a cada detalle, nos seguía guiando para que termináramos la escena correctamente, permitiéndonos explorar cada matiz de la interpretación.
Al concluir la pequeña toma que me correspondía, una mezcla de alivio y satisfacción inundó el set. Había enfrentado el desafío con determinación, demostrando que la edad no definía mi capacidad de interpretación.