Mi Querido Perdido (Una historia de Takatsuki Sen)

4: コーヒー (Café)

-Itori-Escucharon,

Desentonaron.

Rompiendo cualquier atmósfera.
Rompiendo cualquier pensamiento.

Renji continuó.
-Payasos, si hay poder, ellos tienen parte de él, Itori mostró interés en Boris, si accedemos, a cambio de su información la paga podría ser que ella difunda los datos, y que hable de la falsedad que su hijo este vivo, si ella lo divulga, escucharán-
-Si es que Boris se acuerda de algo-Se dijo a sí misma a modo de broma.
-Pero Eto seguirá siendo un problema-
-Concuerdo-
-Esperaremos-
-¿eh?-
-Llevemos a Boris con ella, ¿accederá?-Renji sonrió.

Un piso debajo.
Otra charla era llevada.

Y, lo poco que esta tenía fue interrumpida por un paquete que fue colocado en la mesa.

Boris notó la viscosidad y el olor llegó.
-Tienes que comer-Koma respondió tras dejar el rectangular empaque y con avidez río-Realmente no quiero ver a Kaya enojada.
-He tomado mucho, no...-Rechazó.
-Por eso mismo-

Así pues, el resto del tiempo transcurrió así, con su vista fija en el empaque, mientras frente a él, Koma y Touka limpiaban las decenas de tazas.

Tanto tiempo...
-Touka, te encargo el resto a ti-Dijo deshaciéndose del delantal, ella lo miró con engorrosa actitud-Ya no hay granos, iré a comprar más-Ella resopló harta ya que el estrés de ese día había sido bastante, no estaba acostumbrada a jornadas completas, mucho menos una tan ajetreada, tanta que el arma secreta de la cafetería hizo presencia.
Aun así, eso la calmaba.
Seguía odiando la parte de atender y sonreír, pero lo sobrellevar.

La dorada sonó y la puerta cerró.
Ahora, ya nadie podía entrar.

Ella, con su cabello largo ondeando por el ventilador, continuo sus acciones, absuelta en ver el agua recorrer la cerámica ni se enteraba del dilema del chico, hasta que se volteó a por más y allí le vio.
-¿Qué haces?-Cuestionó con aparente molestia.
-Esto...-
-Si, era un humano-Tomó tres tazas-¿Qué con eso?-Boris tragó pesado ante la frialdad.
-Nada...-Sin ya pensar mucho, y sin moralidad que lo detuviera, abrió el paquete.
Tragando, poco a poco.

Sintiendo ante cada trozo, placer.
-¿Como lo mataron?-Ya iba por la mitad, y la sangre se escurría por su mentón.
-Haces muchas preguntas, cállate ya-Boris río, sintiéndose en casa.

¿Estaba eso bien?
Pero la memoria de limpiar los labios de su hermana...

Tal cosa era...
No había palabras.

Bella y perfecta la imagen de esa chica de ojos azules profundos, lánguida complexión, piel de alabastro y cabellos como obsidiana poco a poco despareció quedando solo con sus ensangrentadas manos.
Y allí, poco a poco, entendió cada vez más todo.

El grifo sorprendentemente dejó de ser escuchado y frente a él, el último trozo le fue arrebatado.

La delgada muchacha de frío cabello se sentó frente a él, siendo ella la ladrona, pues tragó.

Y, a sus esmeraldas llegó, el negro; el rojo.

El azul desapareció y la impactante escena de un kakugan emergió.

Boris, quedo embobado.

Siendo esa; la quinta imagen más hermosa que había visto.

Ella, sin notar a su fan, lamió el espeso carmesí de sus rojos labios.

Enrojeciendo así, las mejillas del muchacho.
-¿Que miras?-Cuestionó incomoda, pues no era tonta, sabía el motivo de ese brillo.

Y lo odió.
Y negó.