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CAPITULO 022





















CRISTAN ROMERO








Lisandro estuvo callado el resto de la noche. Empezó a llover de nuevo a intervalos hasta que escampó a eso de medianoche. Paulo se percató del tenso ambiente e intentó ser discreto. En un momento dado, me preguntó si Lisandro estaba bien.

"Hemos... esto... hemos discutido." Admití. Las parejas discutían, de modo que mi respuesta parecía plausible.

"¿Por lo de antes?"

"Sí." No le aclaré por qué había sido exactamente. Dejé que pensara que era por lo sucedido con Laura.

"¿Quieres que me vaya?"

"No, tranquilo."

"No se acuesten enfadados. Háblenlo.  "Me animó." Me iré pronto a la cama y respetaré su intimidad."

Como no sabía que responder, asentí con la cabeza. No tenía la menor idea de que decirle a Lisandro, pero en cuanto Paulo subió las escaleras, él lo siguió. Esperé un rato, apagué la tele y me uní con él en mi dormitorio. Ya estaba acostado, acurrucado, pegado al borde del colchón. Me preparé para acostarme y me tumbé junto a su delgado y cálido cuerpo. Titubeé antes de extender un brazo para pegarlo a mi torso.

"No te enfades conmigo."

"No estoy enfadado, estoy triste." Suspiró.

"No puedo cambiar mi forma de ser." Se dio la vuelta en la oscuridad para mirarme a la cara.

"Creo que, en cierto aspectos, ya has cambiado."

"Es posible." Admití. "Aun así, lo que siento por ciertas cosas no han cambiado, y los hijos y el amor son algunas de ellas."

"Todo es blanco o negro contigo."

"Tiene que serlo. Así es como me enfrento a la vida."

"Te pierdes muchas cosas."

Le acaricié una mejilla con un dedo, recorriendo su suave piel en la oscuridad. Sentí la humedad y supe que había estado llorando. Me inquietó pensar que hubiera estado allí tumbado, alterado.

"Licha..." empecé.

"¿Qué?" Susurró.

"Sé que esto se ha complicado, que ha crecido. Sé que eres mejor persona que yo y eso te preocupa. No esperaba que los Scaloni formasen parte de nuestra vida más allá del trabajo. No había planeado conocer a Lau y encariñarme con ella. Ya no podemos hacer más que seguir la corriente. No puedo cambiar mi forma de ver las cosas porque son mis creencias. Pero hay algo en lo que te equivocas."

"¿El qué?" Apoyé la mano en su cara y lo acerqué más a la mí.

"No me caes mal. Todo lo contrario. Me arrepiento de todas las palabras crueles, de todos los malditos recados inútiles y de todo los trabajos sucios que te ordené hacer. Creo que eres muy valiente por acceder a hacer esto conmigo y los motivos que te impulsaron a hacerlo me sorprenden. Eres desinteresado y amable, y el hcho de que te hayas convertido en alguien tan importante para mí demuestra lo especial que eres, no eres poca cosa, eres increíble."

Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Gruñí, incapaz de soportar más emociones por ese día.

"Carajo, cariño." Murmure con tono juguetón. "Intento ser amable y te echas a llorar. Me rindo. Seguiré siendo un bastardo."

Me dio unas palmaditas en la mano.

"No, tranquilo, ya paro." Sorbió por la nariz. "No me lo esperaba, eso es todo."

Acuerdo de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora