CAPITULO SIETE - ULTIMAMENTE DESAPARECE MUCHO

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EMILY BYRON

Aún no me creo que Kate se vaya a pasar tres días en Oxford con los señores Guest. Ni siquiera me ha preguntado si voy a ir, solo me ha pedido que le arregle un roto en uno de sus vestidos y en cuanto le dije que lo había hecho, ha salido corriendo loca de alegría.

—Pase, Emily. Le ha contado Kate la buena noticia. Unos amigos del señor Guest pasarán unos días en Oxford, porque quieren instalarse en esa ciudad, y nos han invitado a que los visitemos. Tiene un hijo de ocho años y hemos pensado que sería buena idea llevarnos a Kate. Si lo aprueba, por supuesto —me dice la señora Guest, en cuanto me ve entrar al salón donde está acompañada de un señor que no he visto nunca.

—No creo que pueda contener el entusiasmo de esa criatura. La consiente demasiado, señora, y el señor Guest aún más —le contesto, haciéndoles una reverencia tanto a ella como al desconocido.

—No vamos a disfrutar de nietos en los próximos años, así que permítanos que la malcriemos un poco. Por cierto, ¿conoce al señor Astor? Es el administrador de mi hijo.

—Un placer, aunque llámeme James, por favor —me dice James al levantarse y hacerme una reverencia.

—El placer es mío. Soy Emily Byron, pero todos me llama Emily —me presento ante el descuido de la señora Guest.

—He oído hablar mucho sobre usted, Emily. Yo también prefiero que me llame James.

—James ha venido para decirme que mi hijo no regresará hasta mañana. Solo espero que no se esté divirtiendo demasiado. Últimamente, desaparece mucho —me explica la señora Guest un poco preocupada.

—No tengo conocimiento de que haya estado divirtiéndose con el sexo opuesto desde que ha regresado a su viejo país, si es lo que está insinuando, señora Guest —le contesta James sin pudor alguno.

—Entonces, ¿por qué sale tanto? —pregunta la madre del aludido.

—Estamos cerrando varios acuerdos para la venta de nuestro té procedente de la India. Ya sabe que la Compañía Unificada de Mercaderes Ingleses que comercian con las Indias Orientales cuentan con el monopolio del comercio con este país —explica James.

—Lo que no entiendo es la razón para que no forme parte de esa compañía, es mucho más sencillo que querer hacerlo siempre todo solo —se queja la señora Guest.

—Ya conoce a William. No le gusta depender de los demás. Por ahora está barajando dejar de vender en la India y traer la mercancía hasta Inglaterra, haciendo que las ganancias aumenten considerablemente.

—Y también los riesgos —le recuerda Charlotte Guest.

—Con los barcos tan rápidos que tiene su hijo, no existe riesgo alguno, se lo aseguro —le responde James con una sonrisa.

—Cuando mi hijo regrese, no nos encontrará ni a su padre ni a mí. Visitaremos a unos amigos en Oxford hasta el lunes o el martes. Emily se quedará encargada de la casa —cambia la señora Guest el tema de la conversación.

—Eso no será un problema. Ya conoce a su hijo, lleva toda la vida sin depender de nadie, ni siquiera de mí, que lo he acompañado desde hace tantos años.

—Lo sé, James. Por tener no tiene ni un ayuda de cámara y solo Dios sabe la razón por lo que a veces vista con sus viejas ropas.

—Le aseguro que, cuando la ocasión lo requiere, siempre está tan elegante como el que ha sido vestido por el mejor ayuda de cámara de todo el reino de su majestad George IV. ¿No cree que va siempre adecuadamente vestido, Emily? —me pregunta James directamente.

Lady in waitingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora