24 de diciembre, 2011
Max Bexley.Era nochebuena y todos los niños estábamos al pendiente del reloj, puesto que la emoción por abrir los regalos nos sobrepasaba.
—Niños, ya es hora de dormir —la dueña del hogar apaga la chimenea echando un vaso de agua sobre el fuego.
—¿Y los regalos? —preguntó Jasper, el niño más pequeño de la casa.
—Santa llegará más tarde, cariño —mamá se puso a la altura de él y lo abrazó—. Sus ayudantes me enviaron una carta. Dieron aviso a muchas familias de que estaban lejos, y que lo mejor sería dormir.
—¿No se va a olvidar de pasar por aquí?
Mamá Rosalie le aseguró que no se olvidaría de nosotros, un poco más convencido con eso, Jasper tomó mi mano y nos dirigimos a nuestra habitación. En total éramos dieciséis niños en la casa, así que como había pocos dormitorios, debíamos compartir el lugar.
Cuatro niños por habitación, Summer y yo, siendo los más grande con doce años, compartimos con los pequeños de la casa: Jasper y Anne, con seis y cuatro años.
Subimos la escalera que nos lleva a la habitación, Jasper va de mi mano, mientras que Summer carga a Anne en sus brazos, no entiendo cómo tiene tanta fuerza.
Ya es la mañana siguiente y Jas me despierta saltando en mi cama, sus ojos verdes delatan emoción por donde veas.
—¡Hora de abrir los regalos! ¡Levántate, Max! —se baja de mi cama y corre a la de Summer. Subiendo tan rápido como puede, le quita la almohada y comienza a pegarle suavemente en la cara. —¡Zanahorias, tú también levántate!
La pelirroja le devuelve el golpe con otra almohada, la cual seguro levantó del piso. Al ser costumbre de Jasper despertarla así, ella ya está preparada. Summer mira el reloj en la pared y vuelve su vista al niño.
—Querido amiguito, ¡son las seis menos diez de la mañana! Es muy temprano.
—Oh, ¿cómo sabes?
—Lo dice el reloj.
—Eso lo sé, me refiero a como sabes que el reloj marca esa hora, yo no lo entiendo. —mira el reloj con la cabeza levemente inclinada, como si su cerebro intentara procesar como hizo Summer para saber la hora tan rápido.
—Es fácil, la aguja chica marca la hora y la grande los minutos.
—¿Y la que se mueve rápido?
—Los segundos.
—No entiendo. —dice Jasper al tiempo que niega con la cabeza.
—Yo tampoco, no te preocupes. —lo apoyo y Summer ríe.
—Miren —señala el reloj con su dedo—. La aguja chica está en el siete, ¿lo ven?— nos pregunta y los dos asentimos con la cabeza—. Bien, ahora presten atención a la grande, ¿en qué número está?
—En el diez. —respondo. Me siento en la escuela.
—Bien, ¿eso quiere decir?
—¡Son las siete y diez! —ese es Jasper, sus brazos se encuentran hacia arriba en una clara señal de victoria.
—Incorrecto. Los números van de cinco en cinco —explica que el uno es el cinco, el dos el diez y así sucesivamente. —Así que si está en el diez quiere decir que son las seis con cincuenta minutos, o también se le dice que son las siete menos diez.
—No quiero aprender más, pero ¿saben qué quiero?
—¿Abrir tus regalos?— le pregunto, aunque ya sé su respuesta.
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Mi hilo rojo
RomanceLa leyenda del hilo rojo cuenta que el abuelo de la luna ata un cordón de este color alrededor del dedo meñique de dos personas que están destinadas a encontrarse. Ninguno de ellos podrá querer y amar a otra persona de la misma manera que quiere a q...