Agosto

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Madi también aceptó la propuesta de mudarse a la casa que Harry rentaba, eso tras una rotunda aprobación de sus padres que, no les urgía que su hija se fuera de casa, pero estaban más que felices por verla casada y, ¿Por qué no? Un nieto si se podía. Además, acordaron ir a visitarla cada que ellos quisieran siempre y cuando avisaran con al menos una hora de anticipación, no vaya a ser que los encuentren en pleno acto del delicioso.
Con Madi viviendo en su casa, Harry encontraba momentos para tocar su teclado eléctrico. Cuando era niño, su tío lo llevaba a clases de piano; aunque ni William ni Mary podían comprarle un piano o un teclado eléctrico, en las clases que asistía le prestaban uno que era algo viejo, pero servía para sus propósitos. Dicen que los hombres aprenden a tocar un instrumento para ganar dinero o atraer chicas, pero Harry lo hacía por puro entretenimiento.

Creció cohibido, tímido y temeroso de todo; no se atrevía a preguntarle a su tío qué pasaba con las cambios en su cuerpo a medida que crecía, ni por qué sentía un placer inexplicable cuando se frotaba el pene, o el motivo de sentir animales en su estomago y una presión en el pecho cada que estaba cerca de Emma. Lo intentaba, pero William era terrible siendo padre, "Dios sabe que lo intento" se decía a sí mismo, pero simplemente no le salía, no le inspiraba confianza a Harry para acercase a él o por lo menos verlo como un padre. Con Mary era diferente, tenía un instinto maternal innato, pero Harry tampoco se animaba a contarle de sus cosas por el simple hecho de ser mujer. Tal vez por eso es que Harry tenía mala suerte con las chicas, ¿Cómo podía amar a una si no se amaba a él mismo? ¿Si no tenía mucha idea de cómo tratar a una mujer? ¿Qué referencias tenía?

Iban saliendo de la pizzería, Maurice le hizo un cumplido a Harry por su notable cambio físico y desplazó con la mirada a Madi. Ella se mostró molesta pero no por el desplante de Maurice, si no por las miradas obvias y coquetas que unas chicas le lanzaron a Harry cuando iban pasando frente a ellos. Harry ni siquiera lo notó, pero Madi ya no podía dejar de ver a los ojos a cada persona que pasaba junto a ellos, por si alguna se lo comía con la mirada.
Llegaron a casa, Harry preguntó si había alguna idea para celebrar el veintisiete, pero Madi en cambio, anunció que no sería posible hacerlo, ya que tenía un asunto familiar muy importante que atender.
Harry decidió ir a casa de los Sallow mientras Madi atendía su asunto familiar. Lo recibió Otto, quien lo invitó a sentarse en el sofá y ofreció una cerveza, para sorpresa de ambos, Harry la aceptó. Preguntaba por ese "asunto familiar" que tenía ocupada a Madi, para su desagrado, Otto comentó que se trataba de un primo lejano hospitalizado, del cual no había visto en muchos años y que ni siquiera le tenían estima, pero Madi le había insistido a Ivy que la acompañara. Harry no entendía por qué entonces era aquello más importante que el veintisiete, pues Otto se notaba aliviado de que no lo hubiera obligado a él también de ir. "Está algo rara", añadió Otto, que intentaba averiguar o tan siquiera encontrar sentido a la decisión de Madi, "No nos consta ni que sea su primo", sentenció al final.

Cuando Madi regresó, fue cuestionada por su visita a su primo, evidenciando que Harry había ido a investigar con su padre. Eso ultimo no le gustó nada, pues creía que era su decisión y no debía ser cuestionada. Ésta vez, el sexo no arregló la situación.

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