Prólogo

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Me imagino que estás sentado creyendo saber quiénes son tus amigos. Creyendo saber quiéneres. 

Yo creí que lo sabía. Pero me equivoqué. Solo conocía el rostro que enseñamos a losdemás. 

No digo que a veces no la cagamos. ¿Quiénes no lo hacen? Pero lo superáis. Siempre sesupera. Porque sois amigos.¿Verdad? 

Me imagino que no estás todo el día preguntándote quién eres. Si lo haces, mientes. No tienesni idea.Hasta que sucede algo que te obliga a afrontar la oscuridad de tus amigos. Algo que hace quete lo cuestiones todo. Algo que te hace comprender que nunca conoces a nadie de verdad. 

Porque la vida da muchas vueltas. Un día estás pasando el fin de semana con tu novio, suhermano pequeño y sus padres. Y, al día siguiente, tu hermana desaparece sin dejar rastro.Eso fue lo que sucedió. Lo que hizo que me lo cuestionara todo. Lo que hizo que todo cambiarápara siempre. 

Llegaba a mi casa después de pasar un fin de semana con mi novio y sus padres en una casaque tenían en las montañas, celebrando el cumpleaños de su madre. Cargaba con mi mochilahasta mi casa, sonriendo mientras escuchaba a Isaac, mi novio, alejarse en su coche.Pero la sonrisa desapareció en cuanto crucé la puerta. 

Vi a mis padres en el salón, ambos con el teléfono en la mano, hablando en un tono que meindicaba que algo no iba bien, al igual que sus expresiones preocupadas. Cerré la puerta y dipequeños pasos cautelosos hacia ellos. 

–¿Qué ocurre? –pregunté directamente, dejando la mochila encima de uno de los dos sofás. 

–Wendy –mi madre se levantó del sofá–, ¿has hablado con tu hermana? 

–¿Hoy? No –alterné la mirada entre ella y mi padre, quien también se levantó y se acercó amí–. ¿Por qué...? 

–¿Cuándo hablaste con ella por última vez? –me interrumpió mi madre. 

–Ayer por la tarde. 

–¿Y qué te dijo? 

–Que se estaba preparando, que iba a salir. No hablamos mucho más –volví a alternar lamirada entre mis padres. Tenía un mal presentimiento–. ¿Qué es lo que ocurre?–. Mi madre se alejó de mí para volver a coger su móvil y centrar su atención en éste.–Papá –le miré–, me estoy asustando. ¿Qué está pasando? ¿Le ha pasado algo a Megan? 

–No lo sabemos. 

–¿Cómo que no lo sabéis? 

–Ayer salió, ni siquiera cenó en casa y aún no ha vuelto. No sabemos nada de ella.Mi mundo se paralizó en ese instante. Dejé de escuchar a mi madre intentando contactar conmi hermana, dejé de escuchar a mi padre hablándome; solo escuchaba las palabras de mipadre repitiéndose una y otra vez en mi cabeza."Ayer salió, ni siquiera cenó en casa y aún no ha vuelto. No sabemos nada de ella"."No sabemos nada de ella". 

Mi hermana salía mucho y algunas veces había dormido fuera en casa de alguna de sus amigas,pero todas esas veces siempre avisaba a mis padres, avisando dónde iba a estar. Siempre lohabía hecho. Y siempre llevaba el móvil con ella. Siempre podía estar en contacto con ella.Algo no iba bien.Me alejé de mi padre, sin escuchar lo que me estaba diciendo, y me acerqué a mi mochila. 

Rápidamente, saqué mi móvil y marqué el número de mi hermana. Una, dos, tres... lo marquéhasta seis veces, pero siempre obtenía la misma respuesta: el móvil estaba apagado o fuera decobertura.Me empezó a faltar el aire, sentía como mi pecho se encogía con cada segundo que pasaba ymis piernas comenzaron a temblar. Caí al suelo sin poder evitarlo, sujetando el móvil confuerza, y mis padres se acercaron corriendo. 

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⏰ Última actualización: Jan 17 ⏰

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