Su momento favorito del día era justo cuando iba a la heladería. Era un lugar pequeño, pero acogedor, en un acomodado barrio de Seúl; por lo que solía ser bastante tranquilo. El trabajo tenía un horario que se adecuaba perfectamente a su tiempo, haber hecho una amistad con el dueño lo llevó a que este fuera flexible con respecto a sus turnos, los lunes, martes, jueves y sábado iba en la tarde, ya los miércoles y viernes en las mañanas. Y el dinero que le pagaban también era suficiente para cubrir sus gastos personales, ya que la carrera se la pagan sus padres y otros gastos mayores.Los gastos de su hermano menor también los solía cubrir en su mayoría su madre, así que les daba bien a ambos para subsistir hasta fin de mes sin mucho problema. Siempre intentaba mantener una actitud amigable a pesar de si tuvo un mal día o no estaba de ánimos. Muchos niños pequeños solían ir a tomar un helado y se podían ver afectados por su aroma, ya que, a pesar de ser muy dulce, era delicioso.
A los pequeños les gustaba el lindo omega con sonrisa de gomita, o al menos así lo habían apodado la mayoría. Incluso se había visto involucrado en situaciones bastante graciosas, como cuando un pequeño alfa de aproximadamente diez años, o eso parecía, se le confesó porque le había parecido bonito. Fue tierno, ya que el menor le regaló una rosa con sus mejillas todas sonrojadas, a día de hoy seguía yendo a la heladería, pero no parecía recordar aquel suceso. También hubo otra ocasión, cuando un cachorro estaba algo alterado y se ofreció para ayudar a la madre, cargándolo. Luego, el pequeño bebé no quería soltarlo y solo lo lograron dejando impregnado el aroma del omega en la manta del pequeño. Por esa razón, amaba trabajar en ese lugar; siempre había una anécdota para contar, aunque claro, también estaban los alfas idiotas que se metían con él de una manera nada sutil y se sentían con el derecho de decirle esas cosas... ¡Ugh! Odiaba cada vez que eso sucedía.
—¿Hola, qué desea pedir? —preguntó con una sonrisa al chico delante de él.
—Quiero un helado de chocolate con almendras y... ¿Tae, qué vas a pedir? —Se volteó para fijarse en el chico que se encontraba detrás de él.
—Uno de... —Levantó la mirada de su teléfono y fijó sus verdes orbes en el omega que los atendía, quedando embobado por unos pocos segundos— vainilla, por favor.
El pelinegro casi quiso rodar los ojos ante eso. No podía ser otra vez. No le gustaba cuando actuaban de aquella manera; siempre terminaban con el mismo piropo asqueroso, pero para su sorpresa, nunca llegó. Con rapidez anotó el pedido y les indicó que podían ir a sentarse en algún lugar libre.
Su problema con los alfas iba algo más allá de lo que desearía en un primer lugar. En su adolescencia, se llegó a topar con muchos idiotas que solo lo querían para sexo. Podría ser algo normal a esa edad, pero no cambió en los años siguientes. En uno de los hospitales donde había estado como aprendiz, uno de los médicos intentó sobrepasarse con él al entrar en celo. Si no hubiera sido por su maestro, en aquel momento, que llegó al lugar, la historia hubiera sido diferente. Desde esa vez, se mantuvo lo más alejado que podía de los alfas en general. A día de hoy, solo se sigue relacionando con su antiguo maestro.
ESTÁS LEYENDO
100 días para enamorarte |TaeGi|
FanfictionMin YoonGi, un estudiante de medicina en su último año, equilibra su vida académica con un trabajo de medio tiempo en una heladería para cubrir sus gastos. Sus experiencias pasadas han dejado cicatrices, especialmente en lo que respecta a su desconf...