Dalia roja

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"Hay fuego en sus ojos" 


kokonoi mira la comida en el plato. Está sentado en uno de los extremos de la mesa. Durante casi toda su niñez se sentó al lado de su madre, en las sillas laterales, pero después de los 10 años comenzó a ocupar el lugar frente a su padre, tomando un puesto de poder y mando en la familia, con la mirada en la silla que ocuparía cuando el monarca del clan Kokonoi no estuviera, como un príncipe mirando la corona del rey.

kokonoi suspira. Deja los cubiertos en la mesa y levanta el rostro, mirando a su padre, sus dos tías junto a sus esposos inservibles, su abuela sentada junto a su padre está de visita, y por último, el asiento vacío de su madre, silla que nadie puede tocar por orden del monarca familiar. kokonoi humedece sus labios — salgan, Kalypso tú te quedas — habla indicando a los empleados que salgan, pero manteniendo a su guardaespaldas en la habitación.

kokonoi se acomoda en la silla sintiendo a su vieja amiga pararse detrás con las manos listas en sus armas — como saben estoy comprometido con uno de los hijos del clan Inui —.

— Oh, querido, sin negocios en la mesa — dice su tía — pero tranquilo, cariño, nosotros nos encargaremos de moldear a tu mujer — la voz melosa lo irrita.

— No es una mujer — dice y levanta la mirada hacia su padre quien aprieta la copa y lo mira con los ojos brillando en advertencia.

— Explica, niño — dice la anciana. Una mujer dura y amable a la vez le llamaban "la bestia roja", fue capaz de tomar las riendas del clan y entenderse con los hombres que manejaban los negocios por su época, doblegándolos a sus deseos y destruyendo a quienes se le interponían.

— Se supone que te casarías con Akane Inui — dice su padre. Hay un gruñido bajo en su voz, uno que eriza a sus hermanas y las hace levantarse para salir de la habitación llevando a sus esposos con ellas. La anciana no se inmuta, reconoce el gruñido en la voz de su hijo y en la suya.

— Cambio de planes — dice kokonoi con simpleza. No hay gruñido en su voz, pero sí una chispa caliente hirviendo en sus ojos, una chispa mayor que la que hay en los ojos de su padre.

La anciana chasquea — no eres estúpido, niño, sabes lo que implica romper el trato con los Inui — dice la mujer, pero luego ve algo en los ojos de kokonoi y ríe — igual a tu padre, el amor destruye — murmura la mujer. Reconoce la gasolina que hace brillar esa chispa en los ojos de Hajime, la vio en su hijo hace años y en ella misma.

— Seishu Inui es mi prometido — dice Kokonoi — lo pensé bien, abuela, sé que podemos seguir con el plan y esto no afectará —.

El monarca resopla — Seishu no es el primogénito, lo es Akane —.

— Kalypso — dice. La chica toma su celular y les muestra los nuevos puntos del acuerdo con los Inui.

La anciana lo mira con los mismos ojos con los que lo ha mirado desde que llegó a la mansión siendo solo un bebe — tienes fuego en los ojos — le repite la misma frase que le ha dicho por años.

Kokonoi la mira y sabe que eso significa que ella, la gran mujer del clan kokonoi, acepta su plan y sus movimientos en el juego — y en la sangre — susurra.

— Hajime, no sé — murmura el hombre.

— Déjalo — le dice la anciana a su hijo — ese niño sabe lo que hace, lo ha sabido toda la vida — dice levantándose — acompaña a tu madre a caminar por el jardín —.

El hombre se levanta y toma la mano de su madre — está bien, pero ten cuidado, no pienso meter mis manos en esta ocasión — dice mirando a su primogénito.

Matrimonio Concertado (kokonoi Hajime x Inui Seishu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora