En la sombra opaca de la vida de Do Seo-ri, la pérdida temprana de sus padres arrojó sombras de culpa sobre su corazón, culpando a su hermana menor, Do Do-hee, por la trágica muerte de sus progenitores.
Sin embargo, la oscura trama del destino da u...
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Do-hee giró hacia atrás, observando cómo su hermana volvía a dormir placenteramente. Inclinó ligeramente la cabeza, ya que estaba en el asiento del acompañante, y echó un vistazo a Jeong Gu-won.
— ¿Eres su protector? — preguntó con curiosidad —. Pensé que no querías asumir el papel de guardián de un humano inútil —.
— No pienses que me refería exclusivamente a ti — destacó el joven para después suspirar —. Mi vida es tan perfecta que se volvió aburrida... y pensé que podría necesitar algunos problemas — visualizó a Seo-ri en la parte trasera del automóvil —. Y creo que será interesante —.
— ¿Cómo le explicarás acerca de los poderes? — interrogó, sin dejar de mirar con nostalgia su muñeca, parecía haber perdido algo valioso —. Ella no aceptará tan fácil —.
— Creo que será más fácil con ella que contigo — se encogió de hombros sin apartar la vista del camino —. Además, nos necesitamos mutuamente —.
— ¿A qué te refieres? — indagó curiosa.
— Chiste interno — añadió mirándola por un microsegundo para luego observar de nuevo la carretera —. Además, me debe algo... ¿Y tú por qué estás tan triste? ¿Me extrañarás? —.
— No es eso — suspiró apartando su cabello hacia atrás —. Simplemente no puedo soportar pensar en el estrés que le generarás a Seo-ri —.
— ¿Estrés? — preguntó acompañado de una risa sarcástica —. Mejor dicho, le daré la mejor experiencia que podría tener. Tener a un ser tan perfecto todo el tiempo es algo por lo que muchos pagarían —.
— Sí, si consideras que a la gente le gustan los narcisistas — recostó su cabeza por el asiento del auto —. Do Seo-ri, por ejemplo, los odia —.
— ¿Los odia? — confundido frunció el ceño —. ¿Es posible odiar a los de tu misma especie? —.
— ¿Cómo... te convertiste en demonio? — preguntó —. ¿Solo naciste así?... ¿O es un negocio familiar? Como un restaurante generacional —.
— ¿Cómo te atreves a comparar a un demonio con un restaurante? — dijo ofendido —. Me dejas sin palabras —.
— ¿Y tu edad? — volvió a hablar —. ¿Cuándo naciste? —.
— He sido un demonio por 200 años —.
— Pero te ves muy joven para tu edad — habló algo confundida —. Espera, ¿también fuiste otra cosa antes? —.
— De hecho, era humano —.
— ¿En serio? — se sorprendió.
— Por supuesto, no era solo un patético humano como todos los demás... — habló con determinación —. Aunque no lo recuerdo —.
