Capítulo diez

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—Sabes que voy a escapar—respondió Mariet sosteniendo su revólver con ambas manos.

—¿Tiene balas siquiera esa cosa? —preguntó Dylan discretamente caminando detrás de Marcus.

—Las suficientes para que me dejen en paz—amenazó Mariet tratando de mantenerse en calma.

Mariet estaba en un gran aprieto. Su mente pensaba en ideas y posibilidades para escapar, pero el problema es que no sabía si iba a tener el tiempo y las distancia para ejecutarlas. Si hería a Marcus seguido de Dylan tal vez podría escapar a la salida, pero tal vez, aunque hiera a Marcus podría alcanzar a dispararle.

—Escucha. Al igual que tú, estamos en una situación difícil. Solo danos esa mochila, entras al auto y termina de la forma fácil. Evitemos que tu papi se desespere más.

—Créeme, con él nunca es fácil—respondió Mariet caminando lentamente hasta llegar a golpearse con un auto.

Segunda opción: Mariet pensó en dispararle a Marcus por arriba de su hombro para asustarlo y que la bala de en uno de los autos y haga sonar la alarma, esperando que el auto tenga una, tal vez así gane tiempo para escapar y usar la segunda bala para mantenerlos a raya, pero el problema es que ambos estarían en perfectas condiciones para correr y Mariet aún le costaba correr rápido por el viaje al hospital.

—Entonces sabes que él es de poca paciencia. Así que mejor entrégate, y no compliques más las cosas. Por el bien de todos. Más para ti—respondió Marcus.

Tercera opción: Manipular y sobornar. Tal vez Mariet pueda sobornarlos, estar tan cerca de ellos como para tener una oportunidad de escapar...

—Escucha, no sé cuánto les pagó, pero tal vez yo puedo pagarles más. Podríamos sacarles mucho dinero por esto—Señaló su mochila—. Incluso puedo darles una parte. Incluso podemos hacer un trato, engañarlo y ambos salimos ganando.

Esa idea llamó la atención de Marcus, pero Dylan claramente se mostró escéptico de que ella cumpliera ese trato.

—Lo siento, Mariet, pero negocios son negocios. Ya nos comprometimos en algo. Así que basta de charlas, o mi amigo va a comenzar a desesperarse. Deja el arma, la mochila en el suelo y entra en el auto.

—Bien...Ven y tómalo, pero dile al gorila que deje de apuntarme.

Dylan le dio una seña con la mirada. Marcus guardó su arma y ambos se pusieron detrás de Mariet. Mariet caminó hasta el auto y dejó la mochila encima del techo del auto. Y ahí pensó en la cuarta y su última opción: tomar un rehén e improvisar sobre la marcha usando sus ideas anteriores. Dylan tomó la mochila y abrió la puerta trasera. Mariet dejó su arma encima del techo del auto y con cuidado tomó la llave de su motocicleta y la puso entre sus nudillos.

—Vas a sentir orgulloso a tu padre—respondió Dylan en voz baja.

Y esas palabras fueron el detonador para Mariet. Dylan estaba a punto de tomar el arma, pero Mariet tomó el arma primero, se dio la vuelta y le hizo una cortada en la mejilla con su llave. Mariet lo tiró con una patada a las rodillas para después apuntarle a la nuca. Marcus desenfundó su arma y estaba a punto de apuntarle.

—¡Ni un movimiento! ¡La mochila! —amenazó Mariet pegándose contra el auto.

—¡No tienes agallas, niña! —respondió Marcus acercándose con cuidado a Dylan.

—¿Quieres ver? —amenazó apuntando a la cabeza—. La mochila...Se me acaba la paciencia. No la lances, sólo dámela.

Dylan, a regañadientes y sin muchas opciones se quitó la mochila. Se la entregó con cuidado, los tres no apartaron la mirada el uno del otro. Mariet retrocedió lentamente hasta chocar con un auto.

Historia PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora