Historia Pausada

Capítulo once

Tres de la tarde, en el departamento de Voyage...

—Gracias por venir tan pronto—respondió Voyage dejándole a un hombre un vaso de ron en la mesa a un lado de él.

Era un hombre de cabello rubio, con su cabello lacio bien peinado hacia atrás y llegando por detrás de las orejas. Tenía ojos marrones y vestía con camisa de manga corta blanca, pantalón y zapatos negros.

—Gracias—respondió el hombre dándole un sorbo al ron y sacando una libreta y bolígrafo—, bueno, según lo que me contó, entonces, ¿viva o muerta?

—Viva, es mi hija, me robó un maletín con algo valioso así que la necesito a ella y al maletín.

—Solo con un sí bastaba, pero bueno—respondió el hombre sin interés y anotando algo en la libreta—. ¿El maletín en perfecto estado?

—Sí, por supuesto.

—¿Cuento con ayuda o estoy por mi cuenta?

—Con ayuda, dos hombres.

—¿Competentes? —preguntó el hombre arqueando una ceja.

—No mucho ahora, ese par llamó la atención en su auto mientras la seguían—respondió algo molesto.

—Okey... ¿Permiso para llevar armamento?

Hubo un momento de silencio entre los dos, ambos cruzaron miradas. Voyage se sirvió un vaso de ron y se lo tomó de un sorbo.

—Sin testigos, pero de preferencia no quiero muertos, Señor Bastián, pero si está obligado a hacerlo, hágalo, solo no quiero estar relacionado ni que los medios se enteren, ¿de acuerdo?

—Sí, de acuerdo—respondió mientras seguía escribiendo—. Voy a sacar información extra de ese tipo llamado Walker, quiero asegurarme que no esté implicado en todo esto.

—Sólo sé dónde trabaja—respondió Walker

—Con eso basta, investigo su jornada laboral, seguirlo desde el trabajo y saber dónde vive—respondió mientras seguía anotando.

—¿Qué anota? ¿Los costos? —preguntó sacando su teléfono.

—Calculo el tiempo que me va a tomar hacer el trabajo...treinta y seis horas, la va a tener en ese tiempo—respondió levantándose de su asiento.

Dígale a ese par que me busque en esta ubicación. ¿Algo más? —preguntó arrancando una hoja de papel y dejándola en la mesa.

—Lo haré. Una última cosa para cuando termines el trabajo...

Cinco y media de la tarde. En urgencias...

—Dos viajes al hospital en un solo día...—respondió Mariet un poco molesta.

A Mariet le estaban suturando la herida del pie. Gary estaba viendo como la enfermera suturaba sentado en una silla frente a la camilla.

—¿Sigues molesta porque te obligué a ir a urgencias? —preguntó Gary.

—Hace un rato, sí, después de la anestesia, no siento nada.

—La anestesia durará unas cuantas horas, tiene que tomar medicamento en caso de inflamación, mareo y náuseas. Y la pérdida de sangre fue leve, pero pudo infectarse su herida—respondió la enfermera terminando de suturar—. Su novia tiene que evitar ejercicio, esfuerzo físico y caminar lo menos posible. Que trate de no hacer presión al pisar.

—Ah, no, no es mi novia—respondió Gary.

—¿Me va a poner muletas? ¿Yeso? ¿Silla de ruedas?

—Vendajes y muletas por dos semanas. Después tiene que venir para que retiremos los puntos. Iré por vendajes y muletas.