He entrado al laberinto de la pasión,
puesto que un ladrón se llevó mi ilusión,
fue un río que arrastra sueños ajenos,
del pecho emano suspiros obscenos.
Se desangran las sombras de lo que siento,
contengo la farsa de fingir que sede,
un eco en la penumbra, mi desvelo,
con la miseria que en mí se desenvuelve.
Alma herida testigo del despojo,
desliza por la noche a mis escollos,
a un amor ajeno mi venero dejé,
no esperé pensar en que podía perder.
La nostalgia se amarga en sus llamas,
se entrelazan dentro deseos que queman,
fuego ardiente que consume el alma,
ilusos pensamientos que envenenan.
Aunque un día quise perderme en su red,
esta historia se perdió en mi merced,
el destino en silencio hiló su telar,
celos y tristezas anidan en mi mirar.