· ─ ❨ 𝗵𝗼𝘄 𝗺𝗮𝗻𝘆 𝘁𝗵𝗶𝗻𝗴𝘀 ❩
y siendo que caigo más
abajo en tus prioridades
Raiden Ogawa siempre fue un niño callado y reservado ante todos, o al menos eso intentó hasta que su extrovertido vecino Shōyō Hinata parecía...
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Cuando Raiden recibió una carta anónima con una confesión de amor junto a un chocolate el día de San Valentín, juró que era una broma de mal gusto. En verdad eso había pensado. Tanto que le había contado a Shōyō sobre eso y le dijo que no creía que fuera verdad porque era imposible que le gustara a alguien. Él sólo se rio y le dijo:
—Te sorprenderías de saber cuántas personas están interesadas en ti.
Raiden había rodado los ojos, cambiando de tema ese día en el almuerzo y decidiendo que olvidaría todo para no sugestionarse.
O al menos eso intentó.
Al día siguiente cuando Raiden llega ahora sí con Shōyō a la preparatoria nota que hay otra carta dentro de su casillero, solo que sin chocolate. Raiden no lo iba admitir pero se había comido el chocolate y estaba muy bueno.
—¿Qué dice? —le pregunta con curiosidad Shōyō, asomando su cabeza por encima de su hombro de un pequeño salto. Raiden no era más alto que él, sino que eran de la misma estatura; aunque en algún punto le había ganado por un centímetro, pero Shōyō lo alcanzó un par de semanas después.
—No te la voy a leer —murmura Raiden escondiendo la carta y decidiendo que la leería después a escondidas, porque aunque no lo admitiera, le había interesado un poco por el hecho de recibir otra carta.
—¡Pero…! —Shōyō hace un puchero que no funcionaba con Raiden y él lo sabía. Él terminó cruzándose de brazos, aún conservando el puchero—. Está bien. Iré al baño entonces, no tardo.
Raiden asintió.
—Bien. No tardes.
Aprovechando que estaba sólo abrió la carta.
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¡Hola, Raiden!
¿Creíste que era una broma o algo similar? Te conozco y creo que fue así. Pero, aunque no creas mis palabras te las voy a repetir.
Me gustas mucho.
Me gustas incluso más que mi comida favorita, me gustas tanto que haría lo que fuera por ti con tal de ver tu linda sonrisa, me gustas tanto que podría comer chocolates sin almendras toda mi vida por ti.
Tal vez te hartes de mis palabras, pero yo estoy lo suficientemente convencido de lo que siento por ti. No estoy dispuesto a renunciar a ti aunque no sepas quién soy.
Aún.
Hoy te dejo este dibujo de una flor para que veas que soy un pésimo artista, pero que mi amor es sincero y puro tal cual una margarita blanca.
Atte: anónimo.
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