4.

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— Bien, puedes pasar. — le indicó abriendo la puerta, la eriza entro al lugar mirando todo a su alrededor.

— Es la primera vez que veo tu casa por dentro. — Comentó recorriendo el lugar. — No esta mal.

— Si, disculpa el polvo. Hace días que no vengo y no he podido limpiar.

— ¿Qué? — Se giró a verlo. —Entonces ¿donde duermes?

— La mayoría de las veces pasó la noche en mi oficina y descanso ahí, es rara la vez que llegó a mi casa. — Contó sin mucho interés, mientras caminaba hacía la cocina.

— ¿Lo dices en serio? — Lo miró sorprendida. — Pero, tu oficina es muy pequeña, es imposible que puedas quedarte a dormir allí y estar cómodo.

— Me las arregle para hacerme un espacio. — Contestó sacando una jarra del refrigerador. Tomó dos vasos del estante y sirvió el agua adentro de estos.

Amy frunció el ceño. — Tails tenía razón, tienes una gran obsesión con el trabajo. — Murmuró tomando uno de los vasos.

El erizo la miró con seriedad. — ¿Eso dijo?

— Todos, deecho. — Contestó cruzándose de brazos. — Desde que te volviste jefe cambiaste mucho, tanto así que alejaste a tus propios amigos. — Suspiró mirando el suelo. — que eran las únicas personas que te querían.

— Esto no es una tarea fácil, lo sabes, Amy. ¿Crees que quise que eso pasará? Simplemente no estuvo en mis manos. — La eriza bufó.

— Claro. — Respondió sarcástica. — ¿Ignorarme también no estuvo en tus manos? — Le reclamó.

— Nunca te ignoré. — Ella rió sin gracia como respuesta.

— ¿No recuerdas todas las veces que intente hablar contigo de otros temas que no tuvieran que ver con el trabajo? Pero ¿Qué obtenía como respuesta? Solo un "Lo siento, Rose. Estoy ocupado" o "No tengo tiempo para eso, deberías concentrarte en hacer tu trabajo" — Dijo, imitando la voz del cobalto. Él intentó hablar pero ella prosiguió. — Fue por esa razón que deje de insistir, sabía que no volverías a ser el mismo de antes.

Sonic se quedó sin palabras, recordaba perfectamente como de un día para otro ella había dejado de hablarle por completo, y cuando lo hacía, era solo por asuntos laborales. Se había quedado extrañado por su repentino cambió, pero nunca hizo un esfuerzo para saber si se encontraba bien. Tal vez ella tenía razón y había cambiado mucho con ellos, alejandolos en el proceso.

— Amy, lo siento. — Pudo pronunciar, intentando encontrar las palabras correctas. — Esto de ser jefe no es nada sencillo, cuando me ascendieron estaba entusiasmado, pero con el pasar del tiempo, me di cuenta de que ser jefe significaba sacrificar otras cosas. Me esforcé mucho para lograr lo que soy ahora, que no me di cuenta que cada vez me alejaba de ustedes. — Suspiró. — No es fácil tratar de divertirte cuando tienes muchas responsabilidades encima.

— Deberías tomarte un descanso o dejar de intentar sobrepasar tus límites. — Aconsejó. — El trabajo no lo es todo, hay cosas más importantes, como por ejemplo, no descuidar a los amigos que te rodean o descuidarte a ti mismo.

— Quisiera que fuera así de fácil. — Caminó de regreso a la sala, sin dirigirle la mirada. Amy lo siguió. — Tendré tiempo para hablar con todos en un momento adecuado, pero por ahora, no debo dejar de lado mis responsabilidades.

— ¿A donde vas? — lo miró extrañada.

— Tengo que terminar de registrar el papeleo. — Se acercó a la puerta. — Aún faltan algunos ¿recuerdas?

𝑇𝑢𝑠 𝑙𝑎𝑏𝑖𝑜𝑠 - 𝑠𝑜𝑛𝑎𝑚𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora