Willy sostuvo una de mis mejillas y me miró fijamente, pero, su mirada era muy tierna y sincera y poco a poco se iba acercando a mi rostro. Antes de que él lograra acercarse completamente, me aparte un poco y aclaré la garganta. El chocolatero se detuvo y avergonzado se acomodó el sombrero y aclaró su garganta.
Me reí un poco.
— ¿Me querías dar un beso? — Dije con una ceja arqueada y una sonrisa. Él se puso rojo de la pregunta y me miró.
— Y-Yo... — Tartamudeaba el chocolatero. Me acomode el vestido y retrocedí un poco para después irme.
Willy se quedó un rato allí e hice como si ya me hubiera ido, pero, solo me escondí atrás de un mueble y escuché como el chico hablaba solo o cantaba y veía desde lejos.
— ¿Qué me hiciste?... ¡No te dejo de pensar! Y se que está mal, terminará mal, porque... Tú eres una princesa y yo... Un simple plebeyo. — Decía el chico solo y mirando al paraíso. Solo escuchaba las hermosas palabras del chico, algunos piropos y halagos que decía sobre mi...
Solté una sonrisa de oreja a oreja.
— Pero, él tenía razón en algo, si en todo caso, él me gustara, no podríamos ya que amo mi trono y no podría renunciar a él y mi pueblo. ¡No estoy para amores tontos y estúpidos! — Dije apunto de soltar unas cuantas lágrimas.
— Es como si estuviera condenada a estar amarrada a una cadena irrompible... — Dije.
Cuando vi que Willy ya se iba, me escondí adentro del armario y traté de no hacer tanto ruido. Cuando se fue, di un suspiro y acomode mi vestido. De repente, escuché un grito de mi padre, el cual me estaba hablando para bajar a comer.
Cuando baje me sorprendí al ver que Willy estaba comiendo en la mesa con mis padres, como si nada, me puse algo roja y mis padres lo notaron.
— ¿No nos habías dicho que tenías un novio campesino y chocolatero? — Dijo mi madre. Me sonroje aún más y negué con brusquedad.
— Yo no tengo novio, mamá, no se quien te habrá dicho eso. — Dije con una sonrisa forzada.
— Señor, Wonka, ¿con que chocolatero, eh? — Dijo mi padre con una sonrisa.
— Si, señor. Me gusta mucho trabajar con chocolate y ayudar en lo que sea que pueda. — Dijo Willy.
— Me gusta tu trabajo, ¿no te gustaría trabajar para mí? — al escuchar el comentario tan indiscreto de mi padre, escupí el agua que había tomado y todos me vieron raro.
— Hija, qué modales... Por cierto, no les has dado tu respuesta a los príncipes que vinieron y ellos y sus reinos, ya necesitan una respuesta concreta. No te lo tomes a juego, Hija — Dijo mi padre. Willy Frunció el ceño.
De repente, alguien abrió de golpe la puerta, era Albert y dijo con emoción:
— ¡Llegó el príncipe de Arabia! — Exclamaron todos.
— ¿Quién es? — Dije con confusión. Mi padre me miró y agarro mis hombros.
— Tu prometido... — Dijo con un suspiro. Mis ojos se pusieron grandes y mis pupilas se aclaraban.
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¡¿𝐌𝐀́𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐀𝐋 𝐂𝐇𝐎𝐂𝐎𝐋𝐀𝐓𝐄?!
Romansa- 𝐒𝐚𝐛𝐞𝐬... 𝐒𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐭𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐝𝐚𝐫 𝐮𝐧 𝐚𝐧𝐢𝐥𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐨𝐫𝐨, 𝐧𝐢 𝐣𝐨𝐲𝐚𝐬 𝐲 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐦𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐮𝐧 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨, 𝐩𝐞𝐫𝐨... 𝐋𝐨 𝐮́𝐧𝐢𝐜𝐨 𝐯𝐚𝐥𝐢𝐨𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐝𝐚𝐫 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐚𝐦𝐨𝐫 - --->...