Rosas Rojas y Zafiros: VII

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Seiya parecía andar en un sueño. Como si estuviera atrapado aún entre el mar y el cielo, con Minako a su lado. Sonrió y, por primera vez en mucho tiempo, no estaba pensando en nada ni en nadie. Sólo sentía felicidad y certeza de que las cosas estarían bien. Luego de echar un vistazo a la puerta que acababa de cerrar detrás de él, caminó hacia el lugar de la locación del video, no sabía si estaba caminando o si estaba flotando mientras se movía. La producción ya había comenzado a colocar las cámaras, la iluminación y ya había un gran agujero en la tierra que en teoría cavaron los Kou.

La gente de la producción pareció notarlo cuando un pequeño grupo de fans hizo algo de ruido desde alguna línea invisible que les prohibía pasar hacia donde ellos estaban. Seiya alzó la vista y saludó con un asentimiento de cabeza.

—No sabía que te daría tanto gusto vernos.

Lo saludó Yaten desde una de las sillas reclinables algo más abrigado por la hora que era, pero con una sonrisa entre honesta y burlona en el rostro. Miró a Taiki que estaba igual de cubierto, aunque él tenía un libro electrónico en las manos. Los hermanos intercambiaron miradas cuando Seiya ignoró el comentario de Yaten aún con la sonrisa en su rostro.

—Están encantadas con los rumores. — Dijo su mánager en voz baja, acercándose a ellos tanto como pudo y señaló con la cabeza hacia donde estaba el grupo de chicas.

—¿A qué hora llegaron? — preguntó Seiya.

—Después de nosotros. Las perdimos por un rato, pero ya que son del club de fans... —Seiya soltó el aire que no se había dado cuenta que estaba conteniendo—No se preocupen, saben que hay ciertos límites que no pueden cruzar. Ha quedado claro que su privacidad es importante.

—Gracias— dijo Yaten con un sarcasmo que el hombre no pareció notar— me sorprende que todavía quieran vernos después del artículo de Seiya en la revista.

El hombre bufó por lo bajo, ofendido.

—Ellas podrán besar el piso por el que pasan, pero aman más las historias de amor, les da esperanza.

Yaten hizo un ruido irónico.

—Eso es casi masoquista. — dijo Taiki dando la razón a su hermano.

El hombre chasqueó la lengua.

—Es aspiracional. Es la historia de un amor que se rencuentra, no nos habían dicho que estudiaron juntos, por cierto. —recriminó— Y los dos se ven perfectos. Es un felices para siempre que ellas no podrán tener y cuando, eventualmente, terminen no importará porque entonces ellas van a creer que tienen oportunidad o les hará sentir mejor porque sabrán que ninguna pareja es perfecta.

Dijo algo más sobre los récords en ventas superados por un récord más que no sabía que existía, pero Seiya ya no escuchaba.

Una historia de amor.

Seiya se recargó en su silla intentando aclarar sus ideas. ¿Era eso? ¿Una historia de amor? ¿Un felices para siempre? Honestamente, él se encontraba entre esas personas, que aspiraban a que su propia mentira fuera cierta, sin la parte de terminar y sin la presión del siempre.

Suspiró sin darse cuenta.

Siempre.

Hubo un tiempo en el que parecía estar enojado con esa palabra, porque creyó que el siempre le había quitado la oportunidad. Sonrió cuando recordó su noche con Minako, en dónde con su compañía, en el silencio, el siempre no era necesario, se quedaba corto y se volvía infinito. Continuó sonriendo, envuelto todavía en la calidez de su compañía, el agua, en el sonido del mar, del viento y, quizá, algo aturdido por la falta de sueño.

Entre joyas y estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora