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Eran las 2 AM cuando Marinette y Adrien llegaron a casa. O a lo que ellos llamaban su casa, que no era más que una fría estación de bombero abandonada que ahora estaba decorada por dentro y que tenía alguno que otro mueble que fue hecho con algunas de las mismas cosas de la estación, pero que fue pintado por ambos niños.

Adrien miró los peluche de Ladybug en sus manos, mientras se acurrucaba en la cama-que estaba junto a la cama de Marinette separada solo por un metro de la suya-, sus manos movieron al peluche con suavidad.

"Hay que hablar sobre lo que nos dijo Robin." Marinette habló, de repente. Él asintió.

"Lo sé." Adrien tomó el peluche de Carapace, moviéndolo como si este estuviera luchando ahora con el peluche de Sr. Pichón. Marinette había hecho los muñecos de todos los héroes de Paris una vez que tuvo los materiales suficientes. Adrien lo agradeció infinitamente, especialmente porque él amaba jugar con peluches.

"No podemos ser clones." Marinette dijo.

"No podemos." Adrien aseguró. "Porque sabemos todo lo que un clon debería saber. Aunque eso explicaría nuestra incapacidad para controlar la magia o nuestras vejigas."

Marinette gimió con dolor. "Ay, no me recuerdes eso." Sus mejillas se llenaron de un suave tono rojo. "Todavía no puedo creer que mojé la cama."

"Aunque tiene sentido." Adrien no se burló de ella. Él había mojado la cama también, así que no tenia sentido burlarse de ella. Bueno, podría hacerlo... pero ella lo golpearía si lo hacía. "Salimos de esa tubo redondo hace como cuatro meses, lo que significa que..."

"Tenemos cuatro meses de vida. Ay, no..." Marinette se quejó. Pero lo entendió. Tenia sentido que no pudiesen controlar sus vejigas o que tuvieran una hora de dormir tan delicada como las de los bebés.

"Somos bebés realmente especiales, quiero decir, ¡podemos caminar y comer solos!" Él se rio, pareciendo más alegre de lo que debería. "Incluso no necesitamos depender de adultos."

"Aunque los niños de trece años no deberían vivir solos, ¿lo sabes?"

"Incluso antes parecía que vivía solo, así que no hay mucha diferencia para mí." Adrien se encogió de hombros.

Marinette suspiró. "De todos modos, nuestra existencia es real. No somos clones reales." Marinette continuó con la conversación inicial. Hubo una pausa. "La magia no se adhiere a los clones, por lo que tengo entendido. A menos que sea un senti-monstruo."

"Pero no somos eso. Eh, bueno, al menos yo ya no lo soy." Adrien se corrigió. Luego parpadeó cuando una idea llegó a su cabeza, dejando su muñeco de Carapace por un momento. "¿Deberíamos volver a ese laboratorio?"

La mirada en los ojos de Marinette le dijo todo lo que necesitaba.

Adrien sonrió. Esto iba ser divertido.

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No fue divertido.

La instalación en ese laboratorio era escalofriante. Había vidrios rotos y escombros por todas partes-posiblemente el resultado del despertar de Adrien-, los tubos criogénicos estaban vacíos o destrozados. Los cadáveres ya no estaban. Aunque el aroma a antiséptico y basura estaba ahí, junto a un ligero aroma a podrido que ambos reconocieron como el aroma residual que dejaba un cadáver en descomposición. A Chat Noir, quien tenía un sentido del olfato más agudo de los dos, le asqueó y casi le hizo vomitar.

De bichos, gatos y murciélagos que no se rindenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora